Los resultados electorales o posibles, en varios países de América Latina, obligan a rememorar los tenebrosos tiempos de la Guerra Fría. Esta se produjo en el periodo que transcurrió entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la caída, desaparición o implosión de la Unión Soviética. Muchas víctimas se sacrificaron por principios ideológicos o políticos, pero parece que no se disparó un tiro entre las grandes potencias y la mayor tensión fue la que experimentaron EE. UU. y la URSS en la crisis de los cohetes en Cuba en octubre de 1962.
La época y los actores de la Guerra Fría la constituyeron la confrontación de elementos políticos e ideológicos. Era el capitalismo versus el comunismo, el estado contra el capital privado. Doctrina, y argumentos que nutrían a la comunidad mundial con violentos enfrentamientos.
En la actualidad política del continente algunos sectores han optado por criticar y hasta impugnar los resultados electorales en procesos que fueron convocados, de acuerdo con el principio básico de la democracia que es la expresión libre y soberana en las urnas. No se trata de situaciones excepcionales como las que acontecen en Venezuela o Nicaragua. Protestan y se alarman por la voluntad mayoritaria de chilenos, peruanos o ecuatorianos.
Parece un calculado cinismo cuando no triunfan candidatos de la conveniencia personal o grupal; el psicólogo social Erich Fromn al respecto, en plena Guerra Fría, expresó una honda reflexión ¿Podrá sobrevivir el hombre? Recomendaba dos prácticas que pueden ser aplicadas al actual contexto. Primero, el maniqueísmo y el extremismo parten de que en toda confrontación se solo existe una verdad y su contraparte la falsedad; por tanto, no hay bases para lograr un equilibrio y avanzar. El segundo es que todo lo del adversario o diferente es malo y hay que destruirlo. Por eso, modificando la pregunta: ¿Sobrevivirá la democracia en América Latina si se contraria a los grupos de poder económico o se la suprime hasta tiempos másbenignos?