“¡En Brasil hay un genocidio!” … el covid-19 ha matado a 76.000 personas y hay casi 2 millones de infectados… “Cuando recuerdo que en la Guerra de Vietnam, durante más de 20 años, se sacrificaron 58.000 vidas del personal militar de EE.UU., tengo el alcance de la seriedad de lo que está sucediendo en mi país. Este horror causa indignación”… señala Frei Betto, sacerdote dominico y escritor. Continúa: “Todos sabemos que las medidas restrictivas, adoptadas en tantos otros países, podrían haber evitado tal número de muertos.”… “Este genocidio no es el resultado de la indiferencia del gobierno de Bolsonaro. Es intencional.”
“¿Por qué esta política necrófila?” se pregunta Frei Betto, y contesta: “Desde el principio, declaró que lo importante no era salvar vidas, sino la economía.”… “Las razones de la intención criminal del gobierno de Bolsonaro son evidentes. Dejar morir a los ancianos para ahorrar recursos de la Seguridad Social. Dejar morir a los que tienen enfermedades preexistentes para ahorrar recursos del sistema nacional de salud…”.
En el Ecuador no sucede algo tan cínico y brutal como en Brasil, pero angustia la conducción de la crisis. Primero en Guayaquil, hoy en Quito, no sabemos si tal manejo es inoperancia, o como en Brasil, intencional. O todo junto.
La estrategia fracasada de inmunidad rebaño, llevaría a cientos de muertes que se pueden evitar. Por ahora, hay decenas de graves enfermos de covid 19, que hacen cola para acceder a alguna UCI. Esto le acaba de suceder al profesor Alfonso Yánez, líder de los maestros jubilados, contagiado de coronavirus, recorrió Quito por alguna UCI sin lograrlo y murió.
El Estado, nacional y local, ha fracasado en el control de la epidemia, por lo que, hasta que aparezca una vacuna o se descubra una cura, la familia, el barrio, la comunidad, es decir, la sociedad civil, debe auto protegerse. Sería un cambio radical de estrategia epidemiológica. La iniciativa pasa a la sociedad. Desde ella se exige la corresponsabilidad al Estado. Tal enfoque y acción ya se está ejecutando con éxito en Quito, en algunos barrios populares, con el acompañamiento de la Facultad de Medicina de la U. Central. La consigna es “solo el pueblo organizado y disciplinado puede controlar la epidemia”. La estrategia, en las ciudades y en campo, demanda organizar a la población en comités de salud, mapeo de casos en tiempo real, búsqueda de enfermos casa por casa, cuarentenas barriales selectivas, formación de epidemiólogos comunitarios, educación en higiene y práctica de valores, apoyo comunitario a familias infectadas y confinadas y otras medidas.
Si esta experiencia se multiplica con la participación de otras universidades y organizaciones, la pandemia será frenada por una sociedad que habrá repotenciado su energía cívica, constituyéndose en la locomotora para superar la crisis integral.