El diario británico The Guardian, de buena fama por la seriedad de la información, la tendencia liberal y la independencia ferozmente defendida, publicó un artículo titulado “Las noticias te hacen daño”. En la entradilla o comienzo de una información periodística que resume lo más importante de ella, se leía: “Las noticias hacen daño, llevan al temor y la agresión, estorban la creatividad y la capacidad de pensar en serio. ¿La solución? Dejar de leerlas”.
Este artículo de 10.367 caracteres resume un ensayo de Rolf Dobelli “El arte de pensar con claridad para reflexionar bien y decidir con acierto”. Contiene los siguientes subtítulos: Las noticias te desvían. Para ti, las noticias son irrelevantes. Las noticias no explican nada. Las noticias son tóxicas para el cuerpo. Las noticias aumentan los errores cognitivos. Las notician son una droga. Las noticias nos vuelven pasivos. Las noticias matan la creatividad.
Si los lectores de The Guardian hubieran seguido el drástico consejo de no leer noticias, el diario ya habría quebrado. The Guardian explica que el consejo de no leer noticias no se aplica a noticias extensas que dan perspectivas y van al fondo de lo informado y que se basen en investigaciones serias.
Es decir, interpreto yo: que no busquen el escándalo, sino que ayuden al lector a vivir con sentido, a ejercer la ciudadanía como voluntad de preservar la democracia frente a los desmanes de las autoridades y a su tendencia de pensarse omnipotentes sin recurrir a las raíces de su poder que es puramente representativo como en la elección de autoridades.
Un esfuerzo, en suma, de pasar de la democracia representativa a la democracia participativa. Más poder ciudadano. Menos poder al capricho de gobernantes sin cabeza, de “los hombres vacíos, rellena de paja la cabeza” como dicen los versos de T.S.Eliot, crítico de toda vanidad y de las puras apariencias.
El resumen de The Guardian se aplica a aquella provincia del reino de la Red que nos inunda con la marea alta de un mar de banalidades, de escándalos, de mentiras perversas, de miserias humanas, de profecías de profetas locos, de ojos desorbitados, pelos en punta, manos crispadas que denuncian toda clase de males, sin hacer ellos nada de constructivo para el prójimo, la ciudad, el mundo.
A veces, sin embargo, estas iniquidades de la red dan en el clavo como un martillazo de golpe feliz: Por ejemplo: Que el Hotel Quito fue comprado por Rafael Correa, Jorge Glas y diez accionistas de la pandilla para construir dos edificios como dos esenciales atributos del macho erguido y del Mono Desnudo de Desmond Morris, para embellecer la capital que tanto amaron.
Las reflexiones de The Guardian ayudarán a leer con pausa reflexiva, despellejada la noticia, hervida, digerida, nutritiva, que calme el hambre del lector por saber a dónde va nuestro mundo y nuestro indeciso presidente a veces fugaz y a veces tierno.