Sábado 7 de mayo de 2011, entre las 17:00 y las 18:00, dos canales de televisión administrados por gente del Gobierno, y con obedientes periodistas al servicio de la causa presidencial, “informan” que el Sí ha derrotado al No con un 60% de los votos. La fiesta exclusiva para los jerarcas de Carondelet, no se hace esperar. La mayoría de ecuatorianos no sale del asombro por los resultados (que más tarde se sabría de su falsedad). Los periodistas a órdenes del Poder Ejecutivo, dan rienda suelta a la noticia, mientras los ecuatorianos se mantienen en ascuas. No fue cierta la información transmitida por los canales en manos del gobernante, quien salió a cantar y bailar con sus servidores, y poquísimos seguidores, farra que duró escasos minutos.
Sábado 7 de mayo de 2011, entre las 17:00 y las 18:00, dos canales de televisión administrados por gente del Gobierno, y con obedientes periodistas al servicio de la causa presidencial, “informan” que el Sí ha derrotado al No con un 60% de los votos. La fiesta exclusiva para los jerarcas de Carondelet, no se hace esperar. La mayoría de ecuatorianos no sale del asombro por los resultados (que más tarde se sabría de su falsedad). Los periodistas a órdenes del Poder Ejecutivo, dan rienda suelta a la noticia, mientras los ecuatorianos se mantienen en ascuas. No fue cierta la información transmitida por los canales en manos del gobernante, quien salió a cantar y bailar con sus servidores, y poquísimos seguidores, farra que duró escasos minutos.
La Ley de Radiodifusión y Televisión prohíbe a las estaciones de radiodifusión y televisión “transmitir noticias, basadas en supuestos, que puedan producir perjuicios o conmociones sociales o públicas”. ¿Acaso lo que hicieron estos llamados periodistas, alguno de ellos unido por lazos afectivos con una ministra de Estado, no fue transmitir noticias basadas en supuestos? ¿Acaso la actuación de estos personajes, que parecen más de la farándula que de un informativo, no produjo conmoción social y pública?
La ley nombrada prevé la imposición de penas a las estaciones de radiodifusión y televisión por las infracciones cometidas. A los canales privados, como política de amedrentamiento, la Superintendencia de Telecomunicaciones les inicia, bajo cualquier pretexto, procesos que terminan en sanciones. En cambio los medios de comunicación a disposición del gobernante, tienen patente de corso. Iniciarles un proceso de juzgamiento administrativo, “¡qué haciendo guambrito!”. ¡“Quierde” una sanción administrativa por incumplimiento de la ley!
Los periodistas, según Nubia Salas, tienen como objetivo “informar y orientar a las personas acerca de la trascendencia de los acontecimientos, mostrando todos los aspectos del suceso y no manifestar un compromiso político”. Los entrevistadores de la televisión pública, a parte de desinformar al transmitir noticias basadas en supuestos, dejaron ver su compromiso político con el régimen presidido por el economista Correa.
No existió objetividad, ni la más mínima investigación, que debe caracterizar al verdadero periodista. Los señores de los canales del Estado, no fueron fieles a los hechos que se daban. Usaron el libreto preparado por algún ágil empleado de Carondelet, y ellos se limitaron a desarrollarlo. Consecuencia: se produjo conmoción social en Ecuador por una noticia basada en supuestos.
Ni los canales públicos ni estos entrevistadores tienen de qué preocuparse, ya que el Primer Mandatario los protegerá, sobre todo a aquel cuya señora es ministra del gobernante.