García Márquez dijo alguna vez en una entrevista que no podía evitar que todos los libros que siguieron a ‘Cien años de soledad’ fueran comparados con esa grandiosa novela que ha marcado a muchas generaciones. Hasta que escribió‘Crónica de una muerte anunciada’, con la cual rompió esa costumbre de la crítica de calificar como mejor o peor a las obras.
Similar prejuicio escuché de personas que fueron a ver la nueva película de Tania Hermida ‘En el nombre de la hija’, porque consideraban que su anterior filme ‘Qué tan lejos’, reconocido en varios festivales internacionales, era más divertido, tenía mejor fotografía, actores y actrices más preparadas y una producción relevante.
Para evitar dejarse influenciar lo mejor es ir y decidir de acuerdo con nuestro propio criterio. Las dos películas no se pueden comparar, cada una tiene sus propias características, su ritmo, sus paisajes y personajes muy bien definidos por la directora.
En esta película, Tania Hermida deja en evidencia la ternura de los niños, especialmente de Manuela (9 años), representada por Eva Mecham Benavides, y de su hermano Markus, que hace el papel de Camilo. Junto a ellos y no menos sobresaliente es la actuación de sus primos María Paz (Martina León), Emilio (Francisco Jaramillo) y Andrés (Sebastián Hormachea).
Se convierten en los principales protagonistas de la cinta. Las actuaciones son tan naturales, como son los paisajes del valle azuayo de Yunguilla y de una antigua hacienda que esconde misterios de una época dominada por la Guerra Fría, las ideologías y la religión.
En la película encontramos antagonismo de imágenes como las de Marx, Castro o el Che Guevara frente a la de La Dolorosa, con lágrimas incluidas, que permiten demarcar las grandes diferencias sociales que se vivían en los años setenta. Pero no se trata de una reivindicación ideológica, eso hubiese sido un error que la Directora evitó muy bien.
El choque entre una religiosidad extrema y una época de grandes transformaciones sociales se pone en evidencia sin llegar a lo panfletario ni a posiciones extremas. Cada día en la hacienda, tradicional y conservadora, es una sorpresa y un descubrimiento de secretos, como el tío Felipe, representado por el actor ‘Pancho’ Aguirre, el único ‘sobreviviente’ de ‘Qué tan lejos’.
Por Aguirre pasa el drama de la película. Es el familiar que causa vergüenza y hay que esconder de las apariencias, pero no de los niños que ven, con toda su inocencia, el lado humano y bueno del tío esquizofrénico.
Como lo definió su directora, ‘En el nombre de la hija’ es una comedia triste, pero que entretiene con un lenguaje coloquial y acentos serranos, especialmente azuayos, que permiten al espectador conocer realidades tan distintas en un Ecuador tan diverso.