Niños trabajadores y la escuela

En el Ecuador, al igual que en los demás países del hemisferio, la educación básica es casi universal. Gracias a los esfuerzos de varios actores de la sociedad, son pocos los jóvenes que no logran terminar el sexto grado. Pero este hecho no necesariamente implica que todos hayan dejado de trabajar, pues tienen que ayudar a sus familias. ¿Qué tan conveniente es combinar un trabajo asalariado con el estudio?

Los educadores creen que el trabajo distrae a los niños de sus estudios y dificulta el aprovechamiento de oportunidades educativas. En el caso de Ecuador, ¿quién tiene más razón?

En 1973, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) expidió la Convención 138, sobre la “edad mínima” de admisión al empleo. Cuando el Ecuador la ratificó, hace más de 10 años (EE.UU. aún no lo ha hecho), esta norma se comprometía a impedir que los chicos trabajen durante los años en los que la educación era obligatoria. A pesar de ello, hoy muchos niños trabajan.

El ingreso al mercado laboral por parte de los jóvenes ecuatorianos casi nunca es una decisión personal. En América Latina, por lo general, los que trabajan son los hijos de padres pobres y sus ganancias están destinadas al sustento de sus familias. No obstante, esta situación puede dar origen al círculo vicioso de la pobreza: si los niños trabajadores no van a la escuela, no adquirirán la formación que les permita asegurar la generación de ingresos suficientes para vivir cuando sean adultos y, en consecuencia, se verán obligados a mandar a sus propios hijos a trabajar. Gracias a la educación primaria universal y gratuita que ahora existe, el Ecuador ha logrado romper una parte del ciclo. Desafortunadamente, el problema se mantiene si los estudiantes que también tienen que trabajar no pueden aprender. En el 2006, con la colaboración de la Unesco, el Ecuador y otros países latinoamericanos tomaron pruebas a los estudiantes de tercero y sexto grado de primaria. Las preguntas de los exámenes, tanto de matemática como de lectura, eran idénticas para todos los países participantes, como resultado de una negociación previa entre ellos.

En el Ecuador, la relación negativa que existe entre el rendimiento académico y el trabajo es notable, los niños que trabajan después de clases tienen calificaciones más bajas en las pruebas de lectura y matemática. Esto parece cumplirse.

Lamentablemente, los hogares dependen de los ingresos de sus hijos. El Bono de Desarrollo Humano no pone ninguna condición -hasta ahora- de que los niños sean liberados de la obligación de trabajar.

¿Debería condicionarse el bono de esta forma?

¿O debería asegurarse de que se cumplan las normas que prohíben el trabajo después de clases, por parte de los chicos menores de 15 años?

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