Project Syndicate
“No me importa lo que cueste. ¡Recuperamos nuestro país!” Este es el mensaje orgulloso que se escucha por toda Inglaterra desde el referendo del Brexit en junio pasado. Y es una demanda que está resonando en todo el continente. Hasta hace poco, cualquier propuesta para “salvar” a Europa era vista con misericordia, aunque con escepticismo sobre su viabilidad. Hoy, el escepticismo gira en torno de si vale la pena o no salvar a Europa.
El repliegue de la idea europea está siendo impulsado por la fuerza combinada de una negación, una insurgencia y una falacia. La negación del establishment de la UE de que la arquitectura económica de la Unión nunca estuvo pensada para sustentar la crisis bancaria de 2008 ha resultado en fuerzas que deslegitiman el proyecto europeo. La reacción predecible ante la deflación ha sido la insurgencia de partidos antieuropeos en todo el continente. Y, lo más preocupante , el establishment ha respondido con la falacia de que una “federación light” puede frenar la ola nacionalista.
No puede. Después de la crisis del euro, los europeos se estremecen ante la idea de darle a la UE más poder sobre sus vidas y comunidades. Una unión política de la eurozona, con un pequeño presupuesto federal y cierta mutualización de las ganancias, las pérdidas y la deuda, habría sido útil en 1999, cuando nació la moneda común. Pero ahora, bajo el peso de las gigantescas pérdidas bancarias y las deudas heredades causadas por la arquitectura defectuosa del euro, la federación light (como propuso el candidato presidencial francés Emmanuel Macron) es demasiado poco y demasiado tarde.
Se convertiría en la Unión de la Austeridad permanente que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaüble, ha buscado durante años. No podría existir mejor regalo para la “Internacional Nacionalista” de hoy. Para decirlo en términos sencillos, los progresistas necesitan formular una pregunta directa: ¿Por qué la idea europea se está muriendo? Las respuestas son claras: desempleo involuntario y migración intra-UE involuntaria.
El desempleo involuntario es el precio de una inversión inadecuada en toda Europa, debido a la austeridad, y de las fuerzas oligopólicas que han concentrado empleos en las economías superavitarias de Europa durante la resultante era deflacionaria. La migración involuntaria es el precio de la necesidad económica en la periferia de Europa. La gran mayoría de los griegos, búlgaros y españoles no se mudan a Gran Bretaña o Alemania por el clima; se trasladan porque deben hacerlo.
La vida para los británicos y los alemanes mejorará no construyendo cercos fronterizos electrificados y replegándose al seno del estado-nación, sino creando condiciones decentes en cada país europeo. Y eso es precisamente lo que se necesita para revivir la idea de una Europa democrática y abierta. Ninguna nación europea puede prosperar sustancialmente si otros europeos son víctimas de la depresión.