¿Necesitaba pruebas?

Vengo sosteniendo hace tiempo, en esta columna y otros espacios, que el factor tal vez más determinante de la triste realidad de nuestras sociedades latinoamericanas, y de muchas más, es la aterradora deficiencia de nuestros sistemas de crianza y educación.

Creo que no hay mejor prueba de la validez de esta última afirmación que el hecho que los habitantes de gran parte del Ecuador somos Personas Privadas de la Libertad o PPLs durante 57 horas, de Viernes por la noche a Lunes por la mañana, todos los fines de semana. El toque de queda durante la noche puede en algún momento ser inconveniente, pero normalmente no lo es. Sí lo es, y mucho, el hecho de estar obligadamente encerrados durante todo el sábado y todo el domingo.

Debo aclarar que pasar horas y días seguidos en casa no me trae, personalmente, ningún malestar: paso muy bien en la maravillosa compañía de mi esposa, disfrutando de música que nos agrada, lecturas, conversación siempre agradable y estimulante. En efecto, estamos muy bien, donde sea que estemos.

La molestia no es tener que estar en casa. La molestia es no ser libres cuando deberíamos poder serlo. Libres para ir a pasear, ver a nuestros hijos, contemplar los nevados de la cordillera … lo que sea que quisiéramos hacer fuera de casa.

¿Y por qué no somos libres? ¿Por algo que hicimos nosotros que debe legítimamente ser castigado? ¡No! Un enorme número de nosotros está en condición de PPL por culpa de hordas de irresponsables, incapaces primero de cuidarse a sí mismos y, segundo, de ejercer los elementales respetos –uso de mascarillas, mantenimiento de prudentes distancias, evitamiento de aglomeraciones- que contribuirían al cuidado de los demás.

Uno de los aspectos esenciales de la madurez humana es la auto-regulación en todo aspecto: alimentos, bebidas, fiestas, falta de sueño, velocidad a la que uno conduce … todo. Cabe repetirlo: auto-regulación.

¿Nosotros vivimos rodeados de gente auto-regulada? ¡No! Vivimos rodeados de muchísima gente que solo entiende y acata la autoridad externa … de padres, profesores, policías … y, con frecuencia, solo si es impuesta con violencia.

¿Y por qué tenemos tanta gente así, incapaz de auto-regulación, moderación, disciplina social?
Porque la criamos y educamos mal. No les inculcamos, a través de procesos que les estimulen a madurar, la capacidad para reflexionar y auto-regularse. Seguimos aferrados a los viejos esquemas de crianza a fuetazo y carajazo y de educación impositiva y memorística, que anulan su voluntad y capacidad para volverse adultos pensantes.

¿Necesitaba pruebas? Ahí las tiene: Usted es ahora una PPL más.

Tal vez esta desagradable experiencia nos estimule a repensar nuestros modelos de crianza y educación, y a participar en la conversación que todos debemos tener sobre cómo cambiarlos.

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