Retomo este espacio de opinión tras cuatro semanas de ausencia necesaria para oxigenar mi espíritu democrático. Hice coincidir mi viaje desde Berlín a la Europa báltica con el 24 de mayo 2013, fecha de posesión del tercer mandato que consolidó con más de un centenar de representantes, que le ubica al poder presidencial sin suficiente contrapeso de opiniones.
Tuve un descanso mental en ocho países con idiomas diferentes, pero unificados por su sapiencia democrática, talvez adquirida porque padecieron la intromisión del nazismo alemán y la cercanía fronteriza del imperio comunista de Stalin. Después de concluida la Segunda Guerra Mundial, retornó la democracia a esos países. Por eso Alemania goza de dicha política, y Ángela Merkel ejerce el poder, lo mismo Lituania con otra mujer Dalia Grybaufkaite. Ellas confirman el avance femenino que hace décadas inició Golda Mier en Israel, Indira Gandhi en la India, y llegó a Inglaterra en la última década del siglo XX con Margaret Thatcher, conocida en el mundo como la ‘Dama de Hierro’. Ese fue el país que inició, hace más de 300 años, el principio de la separación de poderes.
Nunca supe una noticia del Ecuador, pero fue mejor porque sin posibilidad de leer la prensa en otros idiomas, asimilé la vida democrática de esos países, advertí que sus pueblos están bien representados desde la cúpula hasta sus diputados, y que la actividad productiva privada tiene su campo garantizado para contribuir al desarrollo. Casi no hay delincuencia, ni índices de desocupación, pero sí seguridad pública. Todos pagan impuestos devueltos en la obra pública. Allí está Suecia con su alto nivel de vida, sus diputados en austeras viviendas y salarios normales. El guía-traductor nos recordó la muerte de Olof Palme su mandatario, que por tradición no tenía guardias pretorianas, lo cual condujo, a una mente alterada de odio, a asesinarlo mientras caminaba en Estocolmo al salir del cine en febrero de 1986.
En América Latina hay también ascenso del poder femenino. En Chile Michelle Bachelet, después de la dictadura de Pinochet. En Brasil Dilma Roussef, en Argentina, Cristina Kirchner, en Costa Rica Laura Chinchilla, y en Trinidad Tobago, excolonia inglesa, Kamila Persad-Bissessar. Ecuador no ha tenido esa posibilidad, pero en estos seis años ya se dio ascenso en el entorno gubernamental y en la Asamblea, desde febrero del 2013, hay más de un tercio y ocupan la presidencia legislativa tres mujeres. Ese aparente ascenso femenino no se hace efectivo al exhibir independencia, porque se encuentra dentro del esquema del poder absoluto. Las primeras manifestaciones son: la Ley Comunicación y la Ley de Minería con evidentes huellas del Presidente de la República.
Mientras en aquellos países disfruté de los aires democráticos, en este, mi país, siento el aire enrarecido del poder absoluto.