Entre los hasta hace poco impensables resultados de las protestas de la primera quincena de octubre, hay uno del que no se está hablando mucho: en la práctica, la etapa preelectoral se adelantó. Pero es extraña, no tanto porque no hay claridad sobre los candidatos, sino porque es casi imposible figurarse cuáles serían unas propuestas aceptables políticamente.
Por lo que hasta aquí se trasluce en la Asamblea Nacional respecto de la propuesta de reforma tributaria, prácticamente todos los bloques, a excepción del que acompaña en este trance al presidente Lenín Moreno, reducen casi todo su contenido a un rotundo no.
Por su lado, quienes se sienten ganadores, sin beneficio de inventario de lo que pasó en las calles, y con la Conaie a la cabeza, presentaron el jueves su propuesta económica, que nace de una visión reduccionista y revanchista -llenar de impuestos a los ‘ricos’ al punto de asfixiarlos-. Una visión autárquica que se dedica a castigar y a repartir y se olvida de los mercados, de la inversión, del mundo.
A esta hora y cuando se trata de aprobar un presupuesto para el 2020 y de impedir que el país se hunda en el endeudamiento y se ponga en riesgo la dolarización, no hay dónde regresar a ver. La insensatez y el miedo dominan a los políticos aunque, desafortunadamente para ellos, van a tener que hacerse cargo del país. La derecha va más adelantada, pero solamente en cuanto a nombres.
De Moreno, la historia dirá que se equivocó -que lo hicieron equivocar- pero que persistió en sanear las finanzas. Si no logra ordenar la economía ni siquiera para el corto plazo, seguirá recurriendo a emisiones y a créditos cada vez más caros. Ya hay que imaginarse lo que le tocará hacer a quien logre sucederlo.
Ya es irracional que a la mayoría de nosotros nos parezca un crimen pagar por un litro de gasolina extra algo menos que lo que pagamos por un litro de agua embotellada. Pero es clamoroso que el pedido más recurrente frente a la reforma tributaria sea su archivo. ¿Qué clase de movimientos políticos y partidos se disponen a gobernarnos?
Nadie olvida que la Alcaldesa de Guayaquil fue la primera en rechazar la eliminación del subsidio (no tanto por el hecho de que se hiciera sin tener listas las compensaciones y la focalización) y que su partido es el de la oposición notarizada a los impuestos.
Cuando se dice que los extremos se juntan, básicamente se habla de posiciones maximalistas que terminan haciendo el mismo daño. Lo estamos viendo. El Gobierno -más exactamente el país- está atrapado por unos políticos que sonríen tras su éxito en el bloqueo y otros políticos de escritorio y de tarima.
Como estamos en etapa preelectoral adelantada y los presidenciables de la dirigencia indígena tienen claro el modelo de país que quieren, a los reyes del no les va a tocar plantear sus fórmulas de una vez por todas.