La música de Navidad empieza a difundirse. La propaganda ofreciendo objetos para obsequio, juguetes para los niños y hasta automóviles de USD 30 mil para autoagasajo, aparecen en uno y otro medio: la Navidad se acerca.
Desde cuando el Niño Jesús fue sustituido por Papá Noel cargado con una enorme bolsa de regalos, la Navidad se convirtió en un tiempo de negocios. Con el paso de los años, el Niño Jesús quedó en segundo plano y como parte en los nacimientos familiares de los fieles católicos.
En la época en que nuestro país ganó el premio gordo de la lotería del petróleo, esta celebración fue abundante en atenciones y diversiones.
Algunas empresas daban momentos especiales a sus empleados y, también, a personas relacionadas, agasajándolos con la famosa “canasta navideña” surtida con diversos productos.
Ahora la crisis –aunque la llamen “desaceleración”- no permite continuar esa costumbre. Tampoco, las reuniones sociales conmemorativas sin mayor reparo en el gasto.
Se iniciaron grandes caravanas hacia las playas y el consumo en general fue generoso, aunque la visita al mar continúa hasta hoy.
La situación ha cambiado de manera importante. Para quienes tienen fortuna no habrá cambio; y si esa fortuna ha sido labrada con trabajo, iniciativa, calidad empresarial y honradez, lo único que cabe -como expresión de Navidad- es la frase: Lo que Dios le dio, San Pedro se lo bendiga. Pero hay otros millonarios, cuya fortuna no tiene el sano origen de las otras. Se trata de las “piña y papaya”; sin que importe que las piñas sean de la variedad “calvos”; o que las papayas tengan marca “capaya”. Para estos nuevos ricos no habrá Navidad, pues mantenerse enjuiciados, presos o prófugos y con el reproche de su conciencia, los espera una celebración harto penosa.
Hablando de la clase media, y más concretamente de esa clase media que en lo económico se va hacia abajo, de los desocupados y personas con economía deteriorada, en esta Navidad tendrán que limitar los escasos ingresos disponibles, luego de cubrir las necesidades básicas de la familia. Esto, en 2016. Los organismos internacionales pronostican un crecimiento negativo en la economía de este año y situación similar en el año 2017.
No esperemos regalos de Navidad, ya que muchos no están en posibilidad de darlos igual que antaño. Entregarlos solo a los niños, porque de ellos es esta fiesta.
Estamos con limitado dinero, ante precios cada vez más elevados de los bienes de consumo. Con impuestos a granel. Y el Estado, con poco circulante en sus arcas y cargado de deudas millonarias dentro y fuera del país.
En esta circunstancia, los ciudadanos deberán usar con menor frecuencia los créditos, so pena de que –a lo mejor- no puedan pagar la deuda en el año venidero. ¿Navidad feliz?