No es casualidad que en menos de un mes se hayan incautado en Europa y Asia de cargamentos de droga provenientes de Ecuador. Nuestro país se ha convertido en 6 años de una ‘Isla de Paz’ en una ‘Plataforma Internacional del delito y el crimen organizado’.
Solo así se explica que el 21 de junio se hayan encontrado en el puerto francés de Havre 113 kilos de cocaína camuflados en latas de atún. Que el 28 de junio la Policía británica haya detenido a una mujer con 100 kilos de cocaína ocultos en alimentos provenientes de Ecuador. Que el 3 de julio la marina de Bélgica detuviera en el puerto Amberes un contenedor proveniente de Guayaquil con 40,9 kilos de cocaína y que el 4 de julio el servicio de aduanas de Hong Kong haya decomisado 649 kilos de cocaína.
Las capturas realizadas por la Policía no se compadecen con los volúmenes de cocaína que salen anualmente de nuestro país. Según informes del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el Ecuador se ha convertido en un importante lugar de tránsito de cocaína y heroína. Cerca de 220 toneladas métricas de droga transitan cada año por territorio ecuatoriano, de las cuales 60% va a Estados Unidos y el resto a Europa. Esto contrasta con las 22 toneladas que desde enero a julio de este año han sido decomisadas por la Policía.
Pero el problema no solo es ese. Si ponemos atención a otros datos relacionados con el crimen organizado vemos que en lugar de haber una baja hay un crecimiento sostenido. Me refiero al incremento del lavado de dinero, del procesamiento de cocaína, del tráfico de precursores químicos, del número de bandas de crimen organizado y el alza del sicariato.
Aunque estudios especializados estiman que el lavado en Ecuador llega a 1620 millones dólares por año, esa cifra es mayor. Los laboratorios encontrados en los últimos meses confirman que en nuestro país no solo que es usado para el envío de la droga sino para procesarla. Buena parte de los precursores que usan para la producción de droga en Perú y Colombia provienen de Ecuador. Mientras la Policía desarticula un promedio de 50 bandas por mes, sigue operando un promedio de 700. Si a inicios de 1990 el índice de homicidios era de 10,3 por 100 000 habitantes, ahora es de 20. Eso se duplica y agudiza en zonas calientes como la frontera norte y las costas, controladas prácticamente por los carteles mexicanos de la droga.
Son las evidencias que confirman que la inseguridad está llegando a niveles alarmantes. Se hace urgente una reestructuración de las instituciones que tienen que ver con la seguridad, así como la adopción de políticas y estrategias integrales que permitan frenar el incremento del narcotráfico y el crimen organizado.