Análisis internacional
Oscar Arias /ex presidente de Costa Rica
He pensado mucho si debo regresar a la política. Grupos de distintos partidos políticos, y sin afiliación partidaria, me han expresado su preocupación por la situación actual del país y me han ofrecido su apoyo, y las encuestas que se han publicado hasta la fecha indican que tengo la oportunidad de alcanzar un tercer mandato presidencial.
El respaldo de tanta gente me llena de gratitud. Ninguna recompensa es para mí más importante que la confianza del pueblo costarricense, porque es una confianza que emana de los hechos, de conocerme desde hace más de 45 años, y de saber que, con todos mis defectos, siempre digo lo que pienso y siempre hago lo que digo.
La aprobación de mis dos administraciones es reflejo de lo que juntos fuimos capaces de hacer. En los ochentas, trajimos la paz a una región abatida por la guerra y pusimos así a Costa Rica en el mapa mundial. Hace 10 años, insertamos a nuestro pequeño país en la economía internacional, y lo colocamos nuevamente en el mapa cuando se logró la aprobación en las Naciones Unidas del Tratado sobre el Comercio de Armas, el mayor aporte de Costa Rica a la humanidad en toda su historia.
Durante muchos meses he sopesado la contribución que aún puedo hacer para servirle de nuevo a Costa Rica, frente a la necesidad de impulsar el surgimiento de una nueva generación de líderes costarricenses. Y es que no estoy pensando en los próximos cuatro años. Estoy pensando en los próximos cuarenta. Tengo suficientes fuerzas y suficientes ideas para servirles nuevamente. Pero también sé que no soy indispensable. Nadie lo es en una democracia.
Esto es algo que he dicho muchas veces: una de las principales obligaciones de un líder político es propiciar nuevos liderazgos. El futuro de un país depende de que haya siempre nuevos cuadros dispuestos a tomar la estafeta. Sólo los tiranos se aferran al poder. Los demócratas, y yo soy uno de ellos, entienden la importancia de hacerse a un lado.(IPS)