Mucho antes de las elecciones que llevaron al poder a Rafael Correa, en un artículo escrito en este Diario definí al candidato como el ‘outsider’ de esas elecciones. Faltó entonces citar al autor de esa idea, un personaje sabio, un buen escritor de cartas, enamorado de la vida y como para rematar su trayectoria, un poeta.
Poeta de lo simple y de lo complicado, pero sobre todo del amor y de la vida. “Cuando un amigo me presentó como poeta dije: Cardenal, Neruda, Vallejo son poetas, yo solo gusto de escribir y pensé si hubiese dedicado a la poesía el mismo fervor y pasión que consagré al amor y al alcohol, quizá sería poeta reconocido”.
El título de su obra poética es más largo del que encabeza este artículo: ‘La musa del inquilino regodea y muere de tedio’. Pablo Mauricio Páez es el poeta, el hombre que cuenta historias.
Quien no conoce a Pablo, su trayectoria, su fama de hombre culto, bilingüe, estudioso, pero sobre todo observador de la ciudad.
Talvez nadie recorre las calles de Quito como él, siempre con un tabaco negro entre sus labios, una carpeta llena de papeles, algunos manuscritos, otros impresos y borroneados después de infinitas lecturas en busca de la perfección.
Es amigo de una generación que marcó a la sociedad quiteña con talento por el arte, la literatura y la política. Antes de este libro de poemas publicó, en 1997, un libro acerca del proyecto político de Freddy Ehlers.
Recuperado de lo que él mismo dice ha sido su principal escollo para ser un poeta reconocido (el alcohol) sigue recitando sus experiencias de vida.
En la presentación de esta obra reconoce que no ha publicado mucho porque el destino usual de sus textos ha sido el tacho de la basura y rescata aquella frase consoladora: “Un escritor se aprecia mejor por lo que rompe que por lo que publica”.
Como señala Raúl Arias en el epílogo, los poemas de Páez tienen como materia la volátil y poderosa fuerza del amor. Aficiónate de las flores / No de los floreros / No te enloquezcas por / Las cosas / Vuélcate por una nota musical / Un poema o un color / Créeme, valen más. “Aún no te conozco y ya te amo”, escribe el poeta a su nieta Fabiana.
Por espacio me permito citar de corrido: “En ocasiones leo alternadamente versos de la Biblia y párrafos de El Quijote, porque he pensado que la Biblia es un gran Quijote y que El Quijote contiene una gran Biblia”.
Para Arias, la tercera parte de la obra (acrósticos), que titula ‘Líneas De-Mente Adolescente’ es congruente con ese título, especialmente el VII que comienza así: “Nada es más cursi que un acróstico”.
La obra está ilustrada con dibujos del artista plástico Manuel Tricallotis y como manifiesta Sonia Cruz “los versos de Pablo son él mismo: un hombre genuino, franco, confiable, enteramente soñador y humano”.