La reforma tributaria, que las autoridades de la Asamblea impidieron que se debata, trae una compleja reformulación al impuesto de salidas de divisas.
El Gobierno busca con este impuesto que no salgan divisas. Es un punto sensible para el Presidente que el sistema económico internacional sirve para que el capital fluya de los países en desarrollo, empobreciéndolos, hacia los centros capitalistas, lo cual es injusto. Esta salida de capitales es inevitable en gran medida por la seguridad jurídica.
En estos días en que los precios de los bienes raíces de los países desarrollados están deprimidos por el reventón de la burbuja inmobiliaria, una de las excepciones es Vancouver, en la costa del Pacífico de Canadá.
¿El motivo? Las propiedades están al arranche por inversionistas chinos, quienes quieren tener propiedades en un país donde están seguros no habrá cambios en las reglas de juego, y su patrimonio está a salvo.
De vuelta al país. Si no puede evitarse la salida de capitales, entonces hacerla más cara, 5%. Eso trae la reforma.
Pero no solo afecta al capital que sale, sino a las importaciones excepto por una lista que elaborará el SRI. Como la tarea del SRI es incrementar recaudaciones, lo probable es que sea una brevísima lista.
Pero además, se consideró que los exportadores no traen todo el dinero de las exportaciones, y ahora se grava con 5% la diferencia entre lo que se factura por exportaciones y lo que regresa al país por las ventas. Esto va a complicar el comercio exterior, reduce la competitividad del país, por ser un impuesto a las exportaciones.
A la postre, es un impuesto de 5% tanto a las exportaciones como importaciones: el país se encierra tras una muralla tributaria.
También es una muralla para impedir que los privados accedan al crédito externo. Si una empresa recibe un préstamo a un año, al 7%, antes del nuevo impuesto se debía “retener” el impuesto a la renta del acreedor, lo que en realidad es un impuesto que paga el deudor y que sube el costo del dinero al 9%.
Con el impuesto a la salida divisas al 2%, la carga tributaria subía al 11%. Hoy, con la tarifa del 5%, la carga tributaria se eleva al astronómico 14%.
El impuesto es algo menor si la amortización es a varios años, pero en todo caso el crédito se encarece. Por lo que las empresas deberán abandonar el crédito externo y demandar más crédito de la banca nacional, elevando la tasa de interés. El Gobierno se endeuda fuera para invertir, pero para la empresa privada, quiere que se restrinja a disponibilidades del mercado interno.
Estimamos que las autoridades no estudiaron suficientemente todas las ramificaciones del impacto del impuesto modificado a la salida de divisas. Urge que lo hagan ahora y lo modifiquen lo antes posible.