Monseñor Julio Parrilla

¿Mundo digital ético?

El mundo digital ha ido cobrando una fuerza y una importancia capaz de revolucionar nuestra cultura y, especialmente entre los jóvenes, se ha ido haciendo omnipresente e influyente. Por eso, me he preguntado sobre el uso del mundo digital y la urgencia de ubicarlo en el contexto de la ética. ¿Quién se responsabiliza de lo dicho y aireado a los cuatro vientos, sin ningún tipo de contraste o de verificación de los hechos? ¿Cómo incide Instagram y tantos otros portales en la autoestima de los jóvenes? ¿Quién asume la responsabilidad ante la adicción de tanta gente a videojuegos, juegos de azar, compras compulsivas, concursos y exhibiciones de todo tipo? ¿Será real lo que afirma la OMS sobre los trastornos de conducta vinculados a las nuevas tecnologías? Nos guste o no, el “cuarto poder”, el de la prensa escrita, hace tiempo que quedó muy superado ante la influencia global de las redes online. El problema no sólo es cultural, social o jurídico, sino también ético: lo mismo despellejas el alma de tu vecino que destruyes tu propia vida.

El aislamiento que para mucha gente supuso la pandemia (pienso sobre todo en la gente joven) agravó un problema que ya venía de atrás. La pantalla se convirtió, por obra y gracia del aislamiento, en la única ventana abierta al mundo. Saber dónde está la información no significa ser sabio. Muchas veces es todo lo contrario. Un exceso de información sin contrastar ni verificar, sin profundizar ni asimilar, va distorsionando la realidad y, al mismo tiempo, la propia conciencia. Para mucha gente, la única manera de expandir su conciencia depende de la tecnología. La línea que separa nuestra mente del Internet y de las redes sociales se vuelve cada vez más borrosa. Frecuentemente, ante cualquier duda, alguien saca su teléfono y consulta y, consecuentemente pontifica y dicta sentencia. Es suficiente una rápida consulta y una rápida respuesta. ¡Da la impresión de que sabemos todo lo que podemos localizar gracias a Google! ¡Y da la impresión de que cuanto circula por las redes es verdadero! En el fondo sabemos que no es así, pero nos acostumbramos a vivir del bulo, en la superficialidad de la vida, bien dispuestos a ponerlo todo en duda ya que de todo se habla sin pudor.

Vivimos tan desbordados y sobreestimulados por la información y la imagen que se nos va desdoblando la visión y la personalidad. Conozco a muchas personas, víctimas de esta manipulación, que viven con fuerza un yo ideal inventado muy lejano de la realidad y de la propia verdad. Cuando uno se da cuenta de que, por agravio comparativo, no tiene el cuerpo ideal, ni el trabajo deseado, ni el coche del año, ni el hombre ni la mujer de ensueño entre sus brazos, la decepción es la puerta de no pocas patologías.

Dado que estamos hablando de personas vulnerables tendríamos que repensar qué estamos haciendo realmente con las nuevas tecnologías.

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