Que los ingleses inventaron el fútbol no queda ninguna duda. Que también fueron los ingleses los que llevaron el fútbol a Brasil y a otros países sudamericanos, también es otra realidad del tamaño de un estadio. También es cierto el convencimiento de que son los brasileños quienes mejor lo juegan; la mejor prueba son las cinco copas ganadas desde que comenzaron los mundiales entre las naciones. La primera vez que se celebró el Mundial en su territorio fue en 1950. Fue nefasto para la autoestima de los brasileños, cuya población era de 53 millones. El “maracanazo” es un fantasma que no se va de la memoria pese a que desde entonces han pasado varias generaciones. En la actualidad, con 200 millones de habitantes, las expectativas de lograr una sexta corona son altas, pero la ansiedad por lo que pueda ocurrir está también en alza a 85 días de su comienzo.
Una reciente encuesta divulgada por la revista Veja señala que el 85 por ciento de los brasileños siente ansiedad por lo que pueda ocurrir, no solo por la eventualidad de ganar o perder, sino por las manifestaciones de rechazo de un sector importante de la población alrededor de los estadios, tal como ocurrió durante el desarrollo de la Copa de las Confederaciones en el 2013. El nivel de ansiedad subió de 75% a 85% en un año, según la muestra.
Uno de los síntomas de preocupación lo dio a conocer la semana pasada el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, quien llegó a un acuerdo con la presidenta Dilma Rousseff para evitar los discursos durante la inauguración, el 12 de junio, en el Arena de São Paulo perteneciente al Corinthians, uno de los estadios construidos para este Mundial y cuyos costos de organización son de alrededor de 5 000 millones de dólares, según cálculos conservadores.
La Presidenta de Brasil y el Presidente de la FIFA fueron abucheados durante la Copa de las Confederaciones el año pasado y quieren evitar cualquier manifestación contraria durante la inauguración. Después de las ensordecedoras y prolongadas silbatinas, el suizo pidió cambio en la fecha de su boleto de avión y regresó a su país; ahora confesó que quiere quedarse hasta que el Mundial termine para entregar la copa al campeón.
¿Por qué los brasileños están tan ansiosos a tan pocos días de la mayor fiesta deportiva del planeta? La investigación de Veja ‘El brasileño y la Copa 2014’ arrojó resultados sorprendentes, pesimistas. Entre las palabras que más se escuchan y se repiten en torno a la ecuménica competencia figuran corrupción con el 71%, seguida de decepción (17%). Muy abajo están los vocablos éxito, victoria, fiesta y derrota.
El 89% de los brasileños cree que la imagen que dejará el Mundial es negativa, frente al 11% que la considera positiva. Lo que más ha molestado para alimentar el clima de la frustración es que se usó dinero del Fisco y no de empresas privadas para construir los estadios que luego serán administrados por los clubes.