El mundo político latinoamericano se conmocionó con el súbito fallecimiento del ex presidente argentino Néstor Kirchner. En pocas ocasiones, la partida de un líder que no ostenta la primera magistratura golpea a sus compatriotas como si el mismo jefe de Estado hubiera muerto. De esa magnitud era la importancia política del esposo de la presidenta, Cristina Fernández, y el verdadero depositario del poder en el país austral.
La historia de la Argentina de la primera década de este siglo se escribió en clave Kirchner. El político patagónico llegó al poder en el 2003 en medio de una profunda crisis económica. Su mayor logro, que le reconocen hasta sus más acérrimos contradictores, fue, precisamente, la recuperación tanto financiera como anímica de la nación argentina. Sin embargo, su estilo de administración generó una masiva acumulación de poder y desató enfrentamientos con varias instancias dentro y fuera del país: los agroempresarios, los líderes tradicionales del partido peronista, los industriales, las cortes, el Fondo Monetario Internacional y los medios de comunicación.
Kirchner y su esposa construyeron una corriente dentro de los peronistas -llamada el ‘matrimonio K’-, que lleva controlando la política argentina por siete años. Los ‘K’ aprovecharon la bonanza global de los precios de las materias primas para apuntalar el crecimiento económico, fortalecer los programas de asistencia social y convertirse en los arquitectos de un poderoso aparato electoral.
También se enfrentaron con éxito a dos instituciones muy desprestigiadas en su país: la Corte Suprema de la era Menem y los militares. Kirchner levantó las leyes de perdón a los uniformados y así se abrieron investigaciones de violaciones de derechos humanos de la dictadura.
Paralelamente con estos avances, se han destapado también, a lo largo de estos años, serios escándalos de corrupción y abusos de poder, que involucraron hasta las finanzas familiares del ‘matrimonio K’. Si bien el ex mandatario optó en el 2007 por no lanzarse a la reelección y promover a su esposa, no había duda en la Argentina de que las riendas del poder nunca salieron de sus manos.
En materia exterior, Kirchner dio muestras de un pragmatismo peronista similar al que ejercía dentro de su país. Aunque identificado en el subcontinente con la línea izquierdista de Venezuela, Bolivia y Ecuador, el ex presidente, como secretario de Unasur, contribuyó al acercamiento vigente entre los presidentes Juan Manuel Santos y Hugo Chávez.
Para el kirchnerismo viene el desafío de mantener la gobernabilidad. Los paralelos históricos con 1974, cuando falleció el caudillo Juan Domingo Perón y lo sucedió su viuda, Isabel Martínez, son inevitables. Tras 27 años de democracia, la institucionalidad argentina es más fuerte y sólida.