Muerte cruzada

No a la reelección, sí a la reelección, mejor no, tal vez sí, quizá después. La indecisión es el ladrón de la oportunidad, decía John Rohn, y la revolución ciudadana no quiere perderse ninguna oportunidad, por eso termina decidiendo en contra de la reelección indefinida, siguiendo el dicho de que se pierde más por decisiones no tomadas que por decisiones equivocadas.

La dócil grey que había descubierto un argumento aceptable a favor de la reelección indefinida y se aferraba a él como a un clavo ardiente, ahora no sabe qué pensar ni cómo defender la tesis que parece contraria y al mismo tiempo es la misma, gracias al viejo truco de “por esta sola vez”.

La enmienda de la enmienda ha descolocado a todos. No se trata, se dice, de cálculos electorales del líder aunque es él quien decide, “arriesgando su reputación” y “sacrificando la saludable vanidad de estar donde le necesite el proceso histórico”. La enmienda de la enmienda se plantea porque la revolución ciudadana puede ganar con cualquiera, desde Lenin Moreno, pasando por Jorge Glas, Fernando Cordero, Pepe Serrano, Gabriela Rivadeneira, Viviana Bonilla y hasta Paola Pabón. No es preciso que el candidato que reemplace al jefe tenga algún mérito; la oposición es tan mediocre, tan ambiciosa, que se van a sacar los ojos entre ellos. Solo “tendrá que enfrentar a la prensa corrupta”.

Todo se presenta tan fácil que el candidato oficial puede “barrer en las elecciones sin salir de la casa”, pero al mismo tiempo, se advierte, puede ponerse todo tan difícil que tenga que regresar el líder con otro mecanismo sacado del baúl de los trucos: la muerte cruzada. El camino se ha dibujado así: no participan los diputados que van por el segundo período, el oficialismo pierde la mayoría y se pierde la gobernabilidad; entonces, se apela a la muerte cruzada, se pone fin a la Asamblea y se va a su casa el presidente que había barrido en las elecciones sin salir de la casa. En las nuevas elecciones vuelve de candidato el caudillo y con “saludable vanidad” se coloca “donde le necesite el proceso histórico”.

La enmienda de la enmienda es “para que los buitres de siempre no busquen carroña”. El candidato que barre en las elecciones “sin salir de la casa”, tendría dos funciones: la primera, hacerse cargo de la crisis y la segunda, inmolarse en la muerte cruzada para que se presente la candidatura que ahora no es necesaria.
La indecisión que ha llevado a la revolución ciudadana de un extremo a otro, ¿habrá llegado a término? Los opositores creen que no; al fin y al cabo ha cambiado tantas veces que puede volver a cambiar; la Corte Constitucional puede obligar a volver las cosas a donde estaban; y hasta puede ocurrir lo imposible: que se revele la dócil grey antes de la última decisión y niegue la enmienda y la enmienda de la enmienda porque le corresponde al pueblo tomar la decisión.

lecheverría@elcomercio.org

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