Como era previsto, Lenín Moreno fue ratificado ganador con un recuento a su favor, arte de los sistemas de control vertical, anunciado ya por el Gobierno. Hay un ganador oficial.
Sin embargo, es como si Ecuador no tuviera futuro presidente, Moreno se convierte en la incógnita más pública. Todos le ven, le oyen pero él sigue sin que nadie pueda decir lo que será a la cabeza del Gobierno.
A un político se le conoce por sus definiciones y capacidad de acción. De Moreno se menciona sus actitudes y predisposiciones.
Fue un buen impacto propagandístico eso de “tener la mano tendida”, de ser una “persona de diálogo” y que “tiene su estilo”, como todo el mundo, desde luego. Pero por simpático que eso parezca debe traducirse en hechos, en definiciones de políticas concretas. Fue un candidato sin pronunciamientos, sin definiciones de políticas salvo las demagógicas promesas (subsidios), ni tuvo predisposición para el debate indispensable en democracia. Casi silencioso.
Ahora que realiza actos de nuevo electo, sigue en la misma viada. ¿Qué tiene que decir sobre su gobierno?
Si cuenta ser “diferente” y quiere el “acuerdo con todos”, era de esperar que indique que él esperaría la resolución de los cuestionamientos electorales, como el espíritu de democracia exige. Pero se embarcó en el mismo tren belicoso e impositivo de Correa. Apoyó las autoritarias decisiones de Maduro: “por la revolución todo”. ¿Cuál revolución? ¿Es revolucionaria la penosa situación venezolana? ¿Qué mismo piensa Moreno?
A cada paso o silencio, Moreno ratifica que está en dónde está por su popularidad para obtener votos, por los sentimientos que suscita su situación física, lo que Glas no lo habría logrado.
Debe ser muy difícil para el reemplazante de Correa, definir algo propio, configurar equipos alternativos que encarnen, no AP sino la indispensable necesidad de integrar a un país polarizado, o de salir de la lógica de propaganda que arregla todo con bonitas palabras. ¿Podrá una persona que no define posiciones de jefe de Estado, crear algo diferente a lo actual?
Es cuanto más apremiante que la crítica situación económica no se la puede seguir maquillando con más deuda, exacción del IESS, o con una moneda electrónica sin respaldo o con transferencias anticipadas de la venta de recursos naturales. Un nuevo gobierno debe dar signos claros de su ruta; es confianza que primero debe generar. El déficit de confianza económica actual no se lo puede cambiar con simples enunciados de la mano tendida.
Moreno sigue siendo una incógnita. Si no logra algún giro al respecto, por simbólico que sea, ahondará las dudas sobre él y su gobierno. Sembrará una frustración temprana difícil de modificarla en el futuro.