En medio del remezón en el gabinete, el Presidente Moreno hizo una crucial definición que pasó desapercibida.
Ante un foro empresarial, el jueves el Presidente expresó su criterio respecto del Socialismo. Este medio tituló, tomando una frase suya: “Definitivamente hay que abandonar la cuadratura del socialismo del siglo pasado”. El Universo tituló de manera similar.
El Presidente es socialista de formación. Militó en diversos movimientos políticos de esa ideología. La asociación a la que pertenecía a mediados de la década pasada fue una de las que se aglutinaron para conformar Alianza País y ganar las elecciones de 2006.
Dicha frase se presta a la confusión: pareciera que Moreno coincide con el concepto de Chávez y Correa, de Socialismo del Siglo XXI, esto es, del siglo actual y no del pasado. No es así. En la siguiente frase distingue: “El Socialismo nuevo es inclusivo”.
He ahí la radical diferencia. El Socialismo del siglo XX fue excluyente: la dictadura del Partido, la vanguardia del proletariado. Los gobernantes socialistas de la Unión Soviética, China o Cuba, interpretando los intereses de los trabajadores aunque estos no tengan conciencia de los mismos, utilizaron el poder del Estado para destruir a los dueños de los medios de producción, sea industrial o agrícola, y a la clase media. La lucha de clases.
Ese es también el eje del mal llamado Socialismo del Siglo XXI. Pregúntenle a los cientos de miles venezolanos de clase media ahora empobrecidos que transitan por los caminos de América del Sur buscando quien los acoja.
El socialismo inclusivo que menciona Moreno lo practican los partidos socialistas de Chile, Francia, Alemania, España y el laborista de Gran Bretaña, es la opción de izquierda que se turna en el poder con la derecha.
El Presidente puso en práctica esta visión. Luego del fracaso de sus dos primeros ministros de Finanzas, que en conjunto empeoraron la precaria situación económica recibida del gobierno predecesor, nombra al presidente del Comité Empresarial como titular de la cartera.
Cuando los tenedores de bonos conocieron el mamotreto que se presentaba como programa económico, vendieron bonos y el riesgo país subió estrepitosamente, al punto que peligraba una nueva emisión de bonos. Con Martínez y su anuncio que el programa económico entra a una profunda revisión, el riesgo país comienza a bajar. El propósito es generar confianza, que el problema fiscal esta vez sí se enfrentará.
Al inicio de su segundo año, el Presidente decididamente abandona la senda que amenazaba con convertirnos en una segunda Venezuela. Hace nacer la esperanza que finalmente se estabilice la economía. Busca crear el marco regulatorio que atraiga inversión privada, que es lo único que nos promete un futuro más próspero.
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