Moreno ganó la batalla, no la guerra

Una consulta en la que hay tantos ganadores solo indica que este acto de democracia directa era necesario para hacer un ‘borra y va de nuevo’. Ganó el presidente Lenín Moreno y, por lo visto, el Presidente de la Asamblea también. No solo eso: un pedido de medidas provisionales de tres vocales del Consejo de Participación Ciudadana dio la ocasión a todas las funciones de juntarse alrededor de la consulta.

Todos quienes hicieron campaña por el sí quieren espacio en el podio, lo cual los compromete a apoyar las reformas derivadas de la consulta, aunque también los pone en la disyuntiva de labrarse su propio espacio en las elecciones seccionales que están a la vuelta de la esquina. También se declaró ganador ese voluntarismo de años, aunque en las calles los votos se sumaron a los huevos para sepultarlo sin rabia, con alegría.

El correísmo tuvo su mejor votación contra las preguntas que le interesaban: la de la eliminación de la reelección indefinida y la de un Consejo de Participación transitorio. En algunas provincias alcanzó porcentajes históricos, pero se constata que perdió indefectiblemente el espacio de la centroizquierda, y ahora deberá luchar en la periferia populista. La RC tiene que reinventarse, al tiempo que se prepara a enfrentar la fiscalización.

Al mismo tiempo, esta medición de fuerzas pone de una vez por todas al presidente Moreno frente a la realidad: la necesidad de empezar un segundo momento con la definición de un modelo económico para dejar de depender de la deuda y de las exportaciones primarias. Tiene a su disposición las propuestas de economistas con visión política diversa, pero tendrá que optar, sin caer en la tentación de apostar por un superficial eclecticismo.

Él ha dicho que irá ‘despacito’ en esta materia, pero no puede darse ese lujo chino, literalmente hablando. Si se llevó al país más allá de los límites en las preventas petroleras y la deuda; si la corrupción causó un enorme perjuicio; si estamos pagando deuda con más deuda, enfrentamos un modelo inviable en el corto plazo. Una vez que existe un derrotero claro para las reformas derivadas de la consulta, urge ocuparse de la maltratada economía.

Una vez que el propio expresidente Rafael Correa ha puesto su mejor cuota para ‘descorreizar’ al país, lo cual sin embargo no significa que dejará de hacer ruido; una vez que hay un acuerdo sobre los siguientes pasos para implementar los resultados de la consulta; una vez que se está investigando la corrupción del Gobierno pasado, el país se merece decisiones meditadas, consensuadas, sostenibles, responsables con las futuras generaciones.

Eso significa cambios impostergables en esta nueva etapa. El verdadero triunfo no son los votos logrados sino lo que se hará con ellos. De lo contrario, la batalla ganada puede convertirse en un capítulo de una guerra perdida.

marauz@elcomercio.org

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