Cuando Unasur se constituyó como el camino institucional de la necesaria integración sudamericana, hubo mucha expectativa sobre su futuro. El gobierno del Ecuador, en un gesto correcto, logró que su Secretaría General se estableciera en Quito y, como es usual en estos casos, se comprometió a dotarlo de un edificio.
Para sede de Unasur se entregó primero la antigua casa de Galo Plaza, que la Cancillería destinaba a la Academia Diplomática, cerrada por el gobierno. Se construyó luego un edificio en la Mitad del Mundo, que solo se usó una vez en la reunión en que se inauguró. Además de poco funcional, ese edificio fue un monumento a la corrupción. Costó USD 45´815.247,63, una cifra record, injustificable técnicamente, que solo se explica por la corrupción escandalosa con que gobernó Correa. La Contraloría estableció que el valor de cada metro cuadrado fue de USD 2.345,53, es decir, más de tres veces de lo que cuesta una construcción académica de calidad, que promedia los USD 700 por metro.
Para ser coherentes con el pillaje de los fondos públicos, no encontraron mejor nombre para el edificio que el de Néstor Kirchner, el presidente argentino que murió dejando a su esposa como heredera de su clientela peronista. (Aclaremos que peronista. Los Kirchner no habían sido nunca socialistas).
Para designar a un edificio destinado a la integración sudamericana había muchas posibilidades: José de San Martín, Antonio José de Sucre o Bernardo de Monteagudo; Juana Azurduy de Padilla, si se buscaba una mujer. Pero había que ponerle el nombre del “pana” argentino de la jorga caudillista internacional que manejan los chavistas. Con la denominación vino la idea de la estatua que se colocó en el edificio, adquirida también con sobreprecio, para “honrar” al miembro muerto de la pareja que lideró el régimen más abiertamente cleptómano del hemisferio occidental.
El edificio de Unasur, su nombre y la estatua de Kirchner despertaron el rechazo nacional en todo el Ecuador. Claro que deben ser removidos. Pero la Asamblea no tiene ninguna facultad para hacerlo. Unasur es un organismo internacional que la República del Ecuador debe respetar. Mientras la edificación esté en sus manos ningún organismo nacional puede disponer de él, aunque fuera para una buena causa. Lo correcto es que primero se lo pida de vuelta y una vez que eso suceda, se proceda a darle un destino, a cambiarle de nombre y a tumbar a Kirchner.
Si los asambleístas quieren de veras combatir la corrupción, deben usar su mayoría para reorganizar la Comisión de Fiscalización, y así los juicios contra los correístas corruptos no quedarán en el limbo y los acusados sin sanción. O pueden investigar, casa adentro, las maravillas y sobreprecios del equipamiento y las remodelaciones correístas del Palacio Legislativo. Ojalá lo hagan.