Montalvina
Las palabras no derrotan a las tiranías, pero sí las ideas que ellas puedan transmitir. A eso se refirió Juan Montalvo cuando dijo aquella frase famosa luego de la muerte de García Moreno: ‘Mía es la gloria. ¡Mi pluma lo mató!’.
El prosista ambateño fue consciente del poder de la palabra y, por esa razón, dedicó media vida a escribir en contra de dictaduras como las de García Moreno y Veintimilla. ‘El Cosmopolita’ y ‘La dictadura perpetua’ fueron publicaciones que pudieron haber infundido en quienes las leyeron el coraje necesario para enfrentar al tirano, asegura Ángel Esteban, en el estudio introductorio a ‘Capítulos que se le olvidaron a Cervantes’.
Los dictadores también entienden con absoluta claridad este hecho y, por eso, hacen todo lo posible para silenciar críticas y controlar medios independientes. Los tiranos saben que las palabras son peligrosas para ellos porque pueden contener ideas que lleven a las personas a luchar por su libertad.
Montalvo escribió con vehemencia para oponerse a una nueva elección de García Moreno, el dictador que era visto por la mayoría de los ecuatorianos como un hombre recto y bueno, sobre todo por su apego -fanático, diría yo- al credo católico. El autor de ‘Siete tratados’ no concebía que sus compatriotas aceptaran sin chistar un Régimen autoritario y perseguidor a partir de una razón tan endeble.
Cuando García Moreno fue reelegido, Montalvo debió dejar de publicar ‘El Cosmopolita’ y salir del país porque su libertad y su vida corrían peligro. No obstante, la palabra escrita perdura y las ideas que ellas contienen siguen propagándose entre quienes deseen estudiarlas. Por eso es que, años después, Montalvo fue testigo de la caída del dictador García Moreno, de quien se creyó que duraría por siempre en el poder.
La historia y, sobre todo, el legado de Juan Montalvo han sido revividos nada menos que por el presidente Correa (un político que tiene más similitudes con García Moreno que con su supuesto mentor, Eloy Alfaro). Durante los últimos días al Mandatario se le ha visto romper periódicos e instigar a los ecuatorianos a leer información oficial solamente.
La alusión más ‘montalvina’ de Correa fue aquella en que tachó a los periodistas de ‘sicarios de tinta’. Es que este régimen entiende -como Montalvo y García Moreno, en su momento- que la palabra es el instrumento más poderoso que tiene una sociedad para socavar el autoritarismo. Restringir la libertad de expresión es, por tanto, un objetivo estratégico para mantenerse imperturbable en el poder.
Pero como la historia de García Moreno y Montalvo lo atestigua, las ideas y las palabras siempre encuentran formas de sobrevivir y reproducirse.