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Mons. Alberto Luna

Entre los actos de honda, trascendencia espiritualista y especial significación cultural realizados la semana pasada, el Homenaje Nacional a Mons. Alberto Luna Tobar, convocado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, tuvo singular resonancia, masiva concurrencia en la que predominaba gente del pueblo, artesanos y artistas, estudiantes secundarios y universitarios que respondieron entusiastas al llamamiento y recibieron con estruendosos aplausos al ilustre prelado. Luna sobrelleva con entereza los achaques de sus más de 85 años, blanca la cabeza, sarmentosas las manos, pero entera y varonil la voz. Él es una de las personalidades más notables del país, predicador de palabra fecunda y escritor elegante y diáfano que, no obstante las altas responsabilidades de su vida, ha consagrado su preocupación a los más pobres, por lo que su nombre, en el recuerdo agradecido de sus semejantes, va unido al de otros prelados célebres como Dom Helder Cámara, en el Brasil, y Mons. Leonidas Proaño, en nuestro propio Ecuador, no por ilustres menos controvertidos por extremismos sectarios.

El Presidente de la Casa de la Cultura, Marco Antonio Rodríguez, al ofrecer el acto, puso de relieve las eminentes virtudes que caracterizan a Mons. Luna y afloran en sus actuaciones y palabras. Y tras confesar que rehúye a Monseñor “porque es la única persona que puede convencerle de que Dios existe”, concluyó admitiendo que “Basta esa luz que se desprende de ti, Alberto. ¿Para qué más? ¿Por qué? Luz que hiere y vivifica, ciega y esclarece, anonada y crea, obnubila y construye. Carmelita elocuente que conmovías a la feligresía con tu palabra, al contagio con los pobres de la tierra afloraron tus virtudes eminentes: ‘amor y sabiduría, humildad y rebeldía, mansedumbre y resistencia’.

La Hermana Elsie Monge ofreció a Luna Tobar, una placa de homenaje. También dieron su testimonio dos sacerdotes que le ayudaron en su labor social cuando fue Arzobispo de Cuenca y, ya al final, su compañero carmelita fray Pedro Saiz, rubricó con sus palabras la razón del homenaje: poner de relieve la vida ejemplar de fray Alberto, “enérgica, sin concesiones, llena de amor, luz y verdad, entregada libre y fraternalmente a los pobres, a los sin voz, no desde el discurso vacuo sino desde la praxis diaria, apasionada y profunda, vida que renace en su palabras, su caminar, su eterno retorno”.

Un video pasó revista a la vida del Padre Luna. Participaron también varios afamados grupos musicales como la Banda Sinfónica del Consejo Provincial, los Bocapelos y el cantautor Jaime Guevara. Todos los paticipantes pusieron hincapié en la defensa heroica de los derechos humanos conculcados. El acto, en síntesis, resultó multitudinaria catequización, porque Alberto Luna, al agradecer, explicó con sencillez y como respuesta, que “¡creer en el ser humano ya es creer en Dios!”.