Manuel Terán
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En países de precaria institucionalidad como los de nuestra región, el ahorro siempre ha estado al acecho. De allí que para nada sean extrañas esas cifras, de las cuales dan cuenta reportes internacionales, que señalan exuberantes depósitos en el exterior pertenecientes a latinoamericanos, cuya lista la encabezan ciudadanos de las tres economías más grandes de la zona. La incertidumbre ha hecho siempre que los capitales busquen refugio en plazas distintas a las locales y en moneda dura. Así se han protegido por décadas de los procesos inflacionarios que asolaron a diferentes países en diversas épocas. Esto a su vez ha generado otros inconvenientes: escasez de recursos locales para proyectos de inversión, presión sobre las tasas de interés y encarecimiento de las divisas en perjuicio de las monedas locales. Algunos países, con Chile a la cabeza, buscaron la manera de generar ahorro local y la reforma previsional que lleva casi tres décadas desde su implementación se convirtió en un mecanismo que apuntaló ese objetivo. Le siguieron otros países. México, Perú y Colombia también implementaron cambios en su legislación con miras a diversificar el manejo de los fondos previsionales, lo que se han convertido en unos aliados importantes en la expansión de la base productiva.
Argentina, a su tiempo, de igual forma se enrumbó por ese camino, pero años atrás el gobierno de la señora Kirchner retornó al sistema anterior, realizó los cambios legales y la administración de esos fondos pasó a ser potestad del Estado. Ecuador nunca optó por permitir que fondos previsionales sean administrados por entes distintos al IESS. Siempre ha existido una férrea resistencia, cualquier intento de crear un sistema al menos mixto no progresó.
Sin embargo, en nuestro país el formato monetario implementado hace más de una década permitió que el ahorro creciera. Las cifras de depósitos acumulados en el sector financiero dan cuenta de ello. Todas estas experiencias dan señales que, en materia de ahorro, lo único que impera es la confianza. Las economías con esquemas que permiten el funcionamiento de administradoras de fondos obtienen mejores resultados, que las que se mantienen bajo el manejo estatal como es el caso argentino.
Ecuador eliminó la incertidumbre devaluatoria con la dolarización y el público respondió incrementando los depósitos. Las percepciones son muy celosas, los pasos y transformaciones que busquen implementarse deben evitar la alteración de la confianza. Hay que ser cuidadosos al legislar sobre el manejo de fondos creados con recursos de los particulares, distintos a los de la previsión social. Así mismo, cualquier medida al tenor de las nuevas normativas debe ser sopesada cuidadosamente, para evitar efectos no deseados. La experiencia señala que no hay peor enemigo que la incertidumbre, ante la cual y en cualquier parte del mundo los ciudadanos buscan ponerse a buen resguardo. Nada mejor que enviar mensajes claros, no con palabras sino con hechos, que desvanezcan las dudas a tiempo.