Vemos con angustia las fluctuaciones del precio del petróleo, pero pasa desapercibido lo que sucede con la moneda e inflación. No solía ser así con el sucre; seguíamos a diario la cotización, y la inflación nos angustiaba porque erosionaba los salarios. Es hora de volverles a prestar atención.
Durante casi todo el gobierno de Rafael Correa el dólar se depreció, favoreciendo nuestra competitividad. La dolarización fue una fortaleza.
El Gobierno aprovechó esta depreciación para elevar fuertemente los salarios para alcanzar el salario básico considerado indispensable para una vida digna.
Las autoridades desestimaron que las relaciones entre las monedas fuertes tienden a revertirse cada cierto número de años. Este año se revirtió la tendencia y el dólar se fortalece rápidamente.
Calculemos el efecto combinado de la inflación y cambio de valor de la moneda, tomando el dólar como base, durante el gobierno Correa. Desde diciembre 2006 a julio 2015, los precios en la Eurozona han caído 19,5% frente a los de EE.UU. y los de Japón 17,1%.
El desafío para la economía estadounidense es poder vender sus productos cuando los precios en dólares de sus principales competidores han bajado tanto.
¿Cómo han reaccionado los países latinoamericanos? Los precios de México han bajado 19,9% en relación a los de EE.UU. y mantiene su competitividad frente a la Eurozona y Japón. Chile en 13,5%, Brasil 6,4% y Colombia 2,7% han bajado sus precios frente a los EE.UU., pero se han encarecido en relación a la Eurozona y Japón.
Perú, en cambio, se ha encarecido fuertemente frente a EE.UU, en 13,6%, pero se está ajustando: la situación fue crítica en 2014, y este año devalúa discretamente.
Nuestros precios han subido 23,9% en relación a los EE.UU. durante el actual gobierno. Como tenemos la misma moneda, esa es la diferencia acumulada en 8½ años fruto de nuestra alta inflación en dólares. Eso, sumado al fortalecimiento del dólar arroja que nuestros precios han subido 53% frente a los de la Eurozona. ¡Y queremos exportar a Europa!
El economista en jefe del Banco de América para la región andina calcula que Ecuador necesita depreciar entre 26 y 43%, pero como no tenemos moneda propia tenemos que reducir nuestros costos en esa magnitud.
Bajar los precios implica una depresión económica, mayor desempleo, y la deuda externa se torna más pesada. Situación durísima.
La alternativa es mantenernos indefinidamente incrementando la deuda externa para mantener el medio circulante, mientras que la producción nacional libra una lucha desigual en los frentes interno y externo con productos extranjeros más baratos y las autoridades buscan cerrar fronteras con salvaguardias… Hasta que todo reviente arrastrando la dolarización.
¿Hay una tercera vía? Las autoridades dirán.