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Allá por marzo, el presidente Rafael tuvo una interesante reunión con un mediano grupo de empresarios, quienes presentaron una treintena de puntos de vista con sus aspiraciones. Un mes y medio más tarde, la exembajadora en Washington -Nathalie Celi- volvió al Ministerio de la Producción y dialogó con los susodichos hombres de empresa, dándoles la buena nueva de que casi todos sus planteamientos habían sido bien vistos. Más aún, seguiría el ciclo de reuniones para avanzar en los temas planteados, con la aspiración de que funcione una mayor inversión privada, grata en un tiempo de vacas flacas. Nos apresuramos en aclarar que esta última frase no fue pronunciada por la señora Celi, pero seguramente la idea circuló por su vivaz cerebelo.
Por otra parte, el vicepresidente Jorge Glas fue feliz cuando el jefe Rafael le asignó importantes funciones relacionadas con temas claves correspondientes al área económica. Una de ellas -muy grata, por cierto- impulsar la Matriz productiva. El 24 de mayo informó que su misión avanzaba aceptablemente bien. Las plantas hidroeléctricas se van convirtiendo en realidad y su energía podrá ser aprovechada por los empresarios ecuatorianos para aumentar su producción y sus exportaciones. Glas trataba con ciudadanos que, por iniciativa de sus progenitores o por su propio esfuerzo, llegaron a manejar empresas familiares grandes, medianas o pequeñas.
Cuando doña Celi, el ‘vice’ Glas y los empresarios -buenos, regulares o de tercera- preparaban la continuación de los diálogos surgió la noticia del año. El Presidente anunció – el 24 de mayo- el sorpresivo plan de reformar la ley de herencias y, por añadidura, la ley de plusvalía, subiendo los impuestos. Algo que no constaba en el interesante diálogo iniciado en marzo del 2015.
Los primeros anuncios circularon, informando más o menos lo siguiente: “no se preocupen, ciudadanos ecuatorianos, pues solo el 2 por ciento va a tener la obligación de pagar impuestos por las herencias y la plusvalía”. Exactamente los interlocutores de Glas y Celi. Los opositores comentan que se trata de un modelo patentado para aplicar en el 2017 el plan de reelección indefinida. Con esos antecedentes ya funcionará la propaganda, por radio, prensa, televisión y también de puerta en puerta, informando la oferta de que “solo los ricachones pagarán estos impuestos” y uno que otro salado de la clase media. Esta es, más o menos, la historieta electoral del “nuevo modelo”.
Con la circunstancia de que en los últimos meses se registraron novedades económicas que suscitaron dudas, inquietudes y aun protestas, como en el caso de los jubilados, coincidiendo con la baja del precio del petróleo. La oposición aprovechó la expedición de los nuevos impuestos para usar los medios de comunicación sociales -Twitter, Facebook, etc.- y convocar plantones en Quito, Guayaquil y en otras ciudades del país. La respuesta fue en sonoras manifestaciones y no faltaron algunos exagerados que interpretaron la protesta de los últimos días como un plan para alterar la constitucionalidad del Ecuador. Se les fue la mano.