Múltiples, y en algunos casos absurdos, son los mitos que existen sobre las causas y los efectos del crecimiento económico (o de su ausencia). Y muchos de ellos se vuelven a poner de moda cuando los tecnócratas de la revolución ciudadana buscan justificar el bajo crecimiento del Ecuador en los últimos trimestres.
Para ellos es especialmente duro explicar que economías similares a la ecuatoriana, como Colombia y Perú, han crecido mientras la nuestra está claramente estancada.
Hay, básicamente, dos tipos de argumentos cuando se trata de justificar lo injustificable. El primero es despreciar el crecimiento económico (porque sólo beneficia a los ricos, porque no es compatible con el sumak kawsay o por cualquier otra cosa) y el segundo es echarle la culpa a la dolarización (no crecemos porque no podemos ni emitir dinero ni devaluar).
Echarle la culpa a la dolarización es una idea que carece de sustento porque en los primeros 6 años de este sistema crecimos bastante bien. A pesar de eso, hoy se anda argumentando que “no crecemos porque no podemos devaluar”, pero la evidencia es que nuestros vecinos crecen incluso cuando su moneda se revalúa (el proceso inverso a devaluar). En otras palabras, el peso colombiano y el sol peruano valían más a comienzos de este año que a comienzos del año pasado y esas economías igual lograron crecer
Entre el primer trimestre del año pasado y el primero de este año, las economías de Colombia y Perú crecieron al 4,4% y 6%, respectivamente, mientras que el peso se revaluó en 22% y el sol en 11% (el Ecuador creció únicamente al 0,6%). Queda así rebatido el mito de “la dolarización no nos deja crecer”.
La razón por la que no crecemos es porque no hay inversión privada y eso se debe a que las políticas económicas están completamente erradas. Por lo tanto, tengamos claro que aunque pudiéramos devaluar, no creceríamos.
Por otro lado, despreciar el crecimiento económico como una herramienta para aumentar el bienestar de los ecuatorianos es un grave error. Cuando hay estabilidad económica, el crecimiento del PIB tiene efectos virtuosos en un país, pues reduce la pobreza y hasta puede reducir las diferencias entre pobres y ricos. La caída de la pobreza en los años de buen crecimiento fue evidente en nuestro país entre 2000 y 2006; el aumento de la pobreza también fue obvio en la contracción de 2009.
Lo de reducir las diferencias no es tan obvio, pero un par de estudios (sobre todo uno de Leopoldo Tornarolli que publicó el Gobierno ecuatoriano en el año 2008) encuentran una leve reducción de las diferencias entre ricos y pobres entre 1999 y 2006, un período con muchos años de crecimiento y estabilidad. Negar la importancia de este crecimiento es como negar a muchos ecuatorianos la posibilidad de progresar.