Mirándose al ombligo
Tanta claridad enceguece. La medida del CNE, de no entregar los formularios a “Compromiso Ecuador” para que proceda a la recolección de firmas que viabilice una consulta popular sobre “reelección indefinida”, no hace sino iluminar más el escenario y ratificar que el actual Régimen, por cualquier medio, ha decidido desmantelar toda iniciativa que afecte su voluntad de quedarse por largo rato en el poder.
“La revolución, va por que va” y “se quedará por mucho tiempo”: no son simples expresiones de un marketing desgastado y cansón. Son asertos de una decisión contundente, que debería ser la premisa clave de los análisis de cualquier estrategia política sensata.
Es cierto que con el paso de los días, se diluye la credibilidad y legitimidad del Gobierno en más sectores sociales. El desplome en la clase media es un hecho incontrastable; crece el descontento en las bases populares. La baja del precio del petróleo y las dificultades del proyecto extractivista, podrían desgastar más aún al Gobierno. Sin embargo, su absoluto control del aparato estatal, garantizaría su permanencia por largo rato en las alturas.
A más de la sujeción de todas las funciones del Estado, otra de sus fortalezas está en la dispersión de la oposición de derechas e izquierdas que, incierta y sectaria, mirándose al ombligo, sin querer, le hace el juego al poder: agendas de grupo, protagonismos anticipados e innecesarios de cara a las elecciones del 2017, desgastante recolección de firmas para legalizar nuevos partidos (rúbricas que fácilmente serían rechazadas si el Régimen percibe algún asedio a su dominio: la experiencia de la anulación de las firmas de los Yasunidos, es un dato a tomar en cuenta).
¿Cómo frenar el proyecto de la perpetuidad concentradora en medio del cierre sistemático de puertas institucionales? debería ser la pregunta central, en este momento, para los demócratas. Algunas iniciativas aparecen en la diversidad del mapa político: Consulta Popular de parte de “Democracia Sí” y “Compromiso Ecuador”, Revocatoria del Mandato a los Asambleístas de parte de los movimientos sociales y de algunas organizaciones de izquierda, y, en una línea más estratégica, la convocatoria a una Asamblea Constituyente propuesta por Enrique Ayala y el Partido Socialista.
¿Se podría configurar una sola propuesta, en sintonía con las necesidades de esa enorme cantidad de gente del centro a la izquierda, que sin ser militante de ningún partido, pero que tiene un pensamiento democrático, ve con angustia este momento? Sí, sí hay una lectura adecuada del momento y una visión estratégica.
Mientras, las calles serán otra vez el escenario principal de los inconformes. Sin embargo, la acción directa si no se la maneja con prudencia y si no contiene también una propuesta general, podría desgastarse.