María Cárdenas R.
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Bien dicen, por más cursi y trillado, que los ojos son el espejo del alma. Con una mirada se conoce a un ser humano, pero cuando vemos la misma mirada repetidamente, sin descanso, porque son quienes hacen noticia, sobrepasamos sus palabras, penetramos su alma y, a veces, salimos disparados del susto.
A raíz del desastre del vuelo MH 17 de Malaysia Airlines, que no tiene perdón y, a raíz de este triste evento, la intervención de varias cabezas de Estado; y, otros sucesos, que nos dan a entender que el mundo está mal; he preferido dejar de oír la cantaleta e intentar ver más allá, a través de sus ojos.
En eso, me encuentro con una noticia que llama mi atención: el Presidente de Costa Rica, una nación sin Ejército, que ama la naturaleza y cuyo Presidente toma una decisión sin miedo, entrega a su pueblo tanto el júbilo como la responsabilidad, de que toda obra se hace gracias a ellos y por ellos. Que no hay Presidente que pueda hacer todo y menos, sin la cooperación de los ciudadanos, los ministros, asesores y trabajadores. Prohíbe su fotografía en oficinas públicas, escuelas y demás, igual que su nombre en placas, calles y otros. Se desviste de la vanidad propia de los supuestos líderes que se hacen un auto culto, y se viste de dignidad. Un aplauso al señor presidente de Costa Rica, político y líder ejemplar que deja de lado el culto a sí mismo para halagar a su pueblo.
Y, entonces, me enfrento a la común realidad que no diferencia continentes, género, religión, sino que se expande a una velocidad incontrolable y, ahí, se ven las miradas, esa mirada…
Las miradas de los prepotentes, fríos, vanidosos gobernantes, cuya palabra es la ley y si no, la decretan, los que quieren reflejarse como en espejo a lo largo y ancho de la geografía y que su nombre resuene como campanas de iglesia. Se puede reportar o escribir, solo para bien, que nadie se le ocurra romper la ley, aquella que corta y limita la libertad. Aquellos y aquellas que, con la prensa en sus manos, narran lo conveniente y hasta parece realidad de tanto repetir, porque hace rato, embelesados con el poder, se olvidaron que llegaron a tenerlo por votación democrática.
Mirada que impacta, pero no para bien, la sonrisa de lado y dicen lo que les viene en gana y cuando se les ocurre. Pueden y, de hecho, lo hacen, crean guerras internas y con otros países, algunos son más rudos, otros más diplomáticos, pero en el fondo, son un grupo que hoy se complementa y hablan de ideologías inexistentes porque con el poder otorgado por el pueblo, se envuelven en la bandera y parecen patriotas, con ese mismo poder les llega dinero pero lo encubren muy bien y engañan con su santidad a todos sus votantes. Así, una y otra vez se reeligen, sin importar lo que hacen para lograrlo. Unos son cómplices de bajarse aviones, algunos se reeligen a pesar de jurar que no lo iban a hacer, otras… qué lista tan larga, mejor, fíjense en esa mirada, es, simplemente, imposible no percibirla y su hermandad intercontinental no pasa por desapercibida, ¡con esa mirada!