Desde un ventanal observamos el dantesco espectáculo en las lomas frente a La Vicentina y La Floresta. Las gigantescas llamas devoraron todo a su paso. El bosque y varias casas se quemaron en menos de una hora. Todo fue rápido y estremecedor. El humo fue cubriendo de gris el azul de la ciudad veraniega. Un sol rojo apareció en medio del tizne y un pequeño helicóptero, temeroso y tímido, giraba sobre la catástrofe.
Pero la densidad de la nube de ceniza también cubrió nuestros espíritus. Una sensación de pena, impotencia y bronca nos invadió. ¿Cómo alguien en su sano juicio puede causar tanto daño? ¿Cómo una ciudad tan linda, rebelde e inteligente puede estar tan frágil y desprotegida? ¿Cómo una ciudad y un país se puede dar el lujo de tener dos aviones presidenciales, un edifico ultramoderno para Unasur de 40 millones de dólares y no disponer del equipo aéreo básico para combatir este flagelo? ¿Cómo en tantos años de incendios forestales no nos hemos preparado para prevenirlos y combatirlos eficientemente?
Con este hecho, otra vez, salta a la vista nuestra vieja cultura de la imprevisión e improvisación. Esa tradicional forma de ser de dejar las cosas para el último. Esa manera de meter la cabeza en un hoyo para no ver ni enfrentar la realidad. Eso de quejarse y de echar la culpa al otro.
La culpa, siempre la culpa… y así pasamos, directo al campo de la moral, olvidándonos de entender y resolver de la manera objetiva e integral el problema. Y desde la moral, a la represión: “Endurecer las penas”, “Reformar el Código Penal contra los pirómanos”, y lo más patético, el colocar precio a la cabeza de los malos, como en viejo oeste norteamericano.
Por supuesto que hay que sancionar a los pirómanos, pero, antes de ponerlos en la parrilla, habría que levantar serias campañas de educación, para tener cada vez menos pirómanos y más amantes y amigos de la naturaleza. ¿No sería adecuado cambiar el modelo y el sistema educativo para que los aprendizajes conduzcan a formar personas integrales, que desarrollen capacidades y sensibilidades para emprender en relaciones armónicas entre seres humanos y con el planeta?
Asimismo, tanta plata gastada en propaganda oficial inocua, que podría ser bien invertida para que en radio, TV y prensa, antes y durante la época seca, se eduque a la población para que prevenga los incendios.
Según expertos como Acción Ecológica también se debería “declarar una moratoria a la expansión de monocultivos… de eucalipto, pino…” que son especies que empobrecen el suelo y expanden el fuego, y restaurar el ecosistema nativo sembrando árboles y vegetación originaria más resistente a los incendios, entre otras medidas.
Este es el mejor homenaje al sacrificado Cuerpo de Bomberos, y a sus tres miembros que perdieron la vida defendiendo a la ciudad.