Ninguno de los candidatos y candidatas presidenciales, hasta hoy anunciados, tiene magia ni genera entusiasmo. Navegan contra corriente. Los de oposición están estancados en las encuestas. Y los gobiernistas, comienzan a vivir, lo inevitable, a bajar inexorablemente.
Hay un ambiente de desidia generalizada, mezclada con tensión y bronca contenida. La gente ve de lejos la política. No se involucra. Cierran la UNE en medio de la indiferencia. La disputa presidente-FF.AA. no interesa a nadie; la explotación del Yasuní despierta en pocos indignación; los casos de corrupción o persecución política, molestan, pero es como oír llover.
Es una sociedad anestesiada. Tanto le han apaleado el espíritu y el cerebro, que se ha vuelto insensible. La movilización en las calles, de trabajadores y clase media, que hace un año llevó, a más de cien mil personas a protestar, hizo mella relativa a un poder que modificó algunas decisiones y mantuvo el estilo. A la larga, la calle fue derrotada por la propaganda y el cinismo. El miedo bajó de intensidad, la inconformidad creció, pero también la impotencia. La olla de presión desfogó a medias. No se capitalizó el triunfo de los inconformes. Las dirigencias, voluntaristas e inciertas, no estuvieron a la altura de la movilización, que no rebasó el espontaneísmo.
La cotidianidad, afectada por la crisis económica, también angustia y paraliza a la gente. Ejemplo: enfrentar sin plata el inicio de clases en la sierra, hace de la política una pérdida de tiempo. Llegaron las matrículas y uniformes, que no pudieron ser cubiertas por pérdida de empleo o cierre de negocios. Cientos de madres y padres de familia de clase media, no cancelaron las pensiones en el año anterior y han tenido que cambiar a sus hijos a escuelas privadas más baratas o han tenido que matricularlos en la educación pública.
Grave reto para los candidatos: sacar de la modorra a la gente. De ellos, los más complicados, son los oficialistas: ¿Cómo generar esperanza, desde un sitio que nada nuevo tiene que mostrar, si no estancamiento?
El problema mayor es para el posible candidato oficialista Lenin Moreno ¿Cómo superar la poderosa imagen de su líder, en el electorado duro de AP, que en concordancia, con el modelo autoritario, está acostumbrado a un jefe brioso, peleador e infalible? Moreno es un personaje con sus capacidades, pero dicharachero, contador de chistes, que le dan una apariencia blanda. Además su seria enfermedad, le restará energías para enfrentar el complejo momento que vive el país.
Están dadas las condiciones para que emerja una figura fresca, crítica y progresista de la sierra (mujer u hombre), que rompa el sopor y canalice la inconformidad; que promueva la unidad nacional, para enfrentar la crisis, superar el autoritarismo y recuperar de la honradez.