Se venía la rectificación frente al grave error. Por esto, luego de las marchas universitarias en las calles de Quito y el país, y de un probable llamado de atención de Carondelet, Finanzas habló con los rectores llegando a un acuerdo interesante inspirado en la corresponsabilidad: el Gobierno no baja el presupuesto y las universidades se comprometen a gastar mejor.
Sin embargo, el 50% del error fue corregido, el otro está pendiente, ya que se mantiene la baja al presupuesto de la educación general que afectará a la educación de los niños y niñas que asisten a las escuelas públicas. ¿Por qué no se ha dado marcha atrás? Los afectados y sus organizaciones no han protestado con fuerza ni han salido a las calles.
¿Resignado silencio? Por otra parte, parecería que no llega a Finanzas la instrucción de Carondelet. ¿Pero hace falta la presión para rectificar? No, en el caso de adherir a la tesis de la importancia fundamental de la educación.
De todas maneras, lo más probable es que pronto el Presidente ordene enmendar. Sin embargo, de este entuerto quedan dudas: ¿Finanzas no interpreta bien el espíritu del mandatario, sensible a lo social? ¿Falta de coordinación de Finanzas con el Ministerio de Educación y con la Presidencia? ¿Por esto renuncia el Ministro de Educación? ¿Por qué Finanzas se dispara con un presupuesto que acarrea altos costos políticos? ¿Visión economicista?
Otras interrogantes: ¿Finanzas, con protagonismo de cuadros ligados a los sectores productivos no entienden la importancia social y estratégica de la educación?
Hace pocos días el diario El País destacaba esta noticia: “Michael Bloomberg anunció el domingo una donación de USD 1.800 millones a la Universidad Johns Hopkins para facilitar el acceso a personas de pocos recursos. La donación, considerada la más alta de la historia reciente en el sector educativo, busca abaratar el coste universitario en Estados Unidos, que no ha dejado de crecer, afianzando las desigualdades económicas…”.
Es antigua la apuesta de un importante sector de empresarios gringos por la educación. No solo que impulsan al Estado a cumplir su rol en la formación de la gente, sino que sacan de su bolsillo para fomentarla. Grandes fondos para infraestructura, bibliotecas y becas de renombradas universidades de EE.UU. se han constituido con sustanciosas donaciones. En el Ecuador, no existe esta tradición, aunque hay excepciones de empresarios modernos que entienden la crucial importancia de la educación para el desarrollo. ¿Son pocos y con influencia limitada? El grueso son rentistas que sacan la plata al Estado, e incluso no le permiten que cumpla con su responsabilidad de garante del derecho a la educación. La tensión de la política pública tiene que resolverse a favor de lo social, el Presidente decidirá.