Las redes sociales fueron invadidas por lastimeros y furibundos artículos y memes contra el electo presidente del Brasil, acusándolo, con razón, de neofascista, homofóbico, racista, violento y otras tantas cosas más. Estaríamos al borde de un escenario apocalíptico en América Latina, no solo en lo político sino en lo ambiental debido a las medidas de Bolsonaro, a favor de las multinacionales en la Amazonia.
Bolsonaro, de terror… ¿Pero, por qué la gente votó por el terror? Los victimizados articulistas del viejo izquierdismo atribuyen tal fenómeno a la influencia en las gentes de los grandes medios y del imperialismo norteamericano. Sin embargo, estos intelectuales ligados al Partido de los Trabajadores (PT), al kirchnerismo, al correismo, chavismo, evismo, desvanecen cualquier responsabilidad en el fenómeno, de los desprestigiados gobiernos “progresistas”, envueltos en descomunales escándalos de corrupción y autoritarismo, que con seguridad iban a ser castigados con el voto, como efectivamente sucedió en Brasil.
Queda, entonces, la imagen de masas manipuladas y entontecidas por el poder tradicional. Mas el crecimiento en las bases sociales de posturas anticomunistas y antisocialistas, fue también responsabilidad de los gobiernos autodenominados “socialistas”, que al inicio de su gestión, en la bonanza económica, facilitó la instalación del asistencialismo y populismo estatal materializado en los bonos y otras medidas, que ayudaron a “distribuir” la riqueza social entre los pobres, otorgándoles gran popularidad. Pero cuando vino la crisis, se incrementó el desempleo, se destapó la cloaca de la corrupción y la gente se divorció de ellos. Entonces identificó socialismo con corrupción, cinismo y represión.
En el caso ecuatoriano, como en el venezolano y el nicaragüense, el modelo caudillista y refundacional, fortaleció al Estado en función del líder, vació a la sociedad de política, la llenó de mesianismo, patriarcalismo, machismo y violencia, a imagen y semejanza del “redentor” que hacía gala de todo ello en sus sabatinas. Fracturó y desmovilizó a la sociedad. El trono del socialismo del S.XXI, promovió el nacionalismo, la homogeneización y el desprecio a la diversidad. Facilitó el desarrollo de las tesis más conservadoras respecto a la sexualidad y sacó a flote lo más conservador y colonial de nuestra cultura.
Se derechizó la sociedad a la espera del nuevo mesías, ahora, como en Brasil, vestido en tonos evangélicos trabajados durante décadas por sectas fanáticas, que agrupan a millones de feligreses, de todas las clases, especialmente populares. La sociedad, no solo en América Latina sino a escala global, se volvió más racista, xenófoba y nacionalista, en respuesta a las inmigraciones masivas…Estas sociedades producen su Bolsonaros. ¿Ya viene el nuestro?