Tras Milton, Monserrat

Monserrat Creamer en vez de Milton Luna. Ministerio de Educación, bestia monstruosa, apocalíptica, pesada. La montó Luna, soñador y profeta. Ahora la monta Creamer, dura y práctica. Las semillas de la educación sembradas en siete meses por Milton son ya tiernos brotes de esperanza. Injertados en el vientre fecundo y fresco de Monserrat, crecerán más pronto, serán más fuertes. Thank you, Milton. Welcome, Monserrat.

Bonito nombre, el de Milton; bonito, el de Monserrat. “Luna, que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad. ¿Adónde vas?” Creamer, desnatadora, leche entera, previenes la obesidad, el bla-bla del memorismo.

El poeta John Milton publicó en 1667 “El paraíso perdido”, poema épico de más de diez mil versos sin rima. Un clásico de la literatura inglesa. Satán, Adán, el arcángel Rafael, Dios, el Hijo de Dios, Eva, el arcángel Miguel. Fuerzas poderosas del Bien y del Mal. Milton era ciego. En 1665, escribió un soneto sobre su ceguera, cuyo último verso se volvió famoso: “They also serve who only stand and wait” (Ellos también sirven a los que solo se ponen de pie y esperan). Ellos son los ángeles. La ceguera tiene sus encantos. “Todo tiene su lugar bajo el sol”. Borges, el poeta y escritor argentino, también perdió la vista. Describió al ciego: “Lo han despojado del diverso mundo, / De los rostros que son, los que eran antes./ De las cercanas calles, hoy distantes, / Y del cóncavo azul, ayer profundo”.

Nuestro Milton Luna propuso La Nueva Escuela como un proceso educativo, cuyo centro es el estudiante. Como un proceso educativo que libera y que transforma. Un proceso educativo no solo en el aula, sino más allá de ella. Una Educación Liberadora, tipo reflexión sobre lo diario y concreto, tipo adaptación de la enseñanza a las etapas de crecimiento del niño, al pan, pan, al vino, vino, tipo reflexión en grupo, en comunidad.

Un proceso orientado al desarrollo integral de los estudiantes, y a tener maestros bien formados y valorados, y a la formación madura de los ciudadanos. Propuso Luna un modelo educativo de la Nueva Escuela y un modelo de gestión para ella. Trabajó para El Acuerdo Nacional por la Educación con el fin de lograr compromisos de todos los actores del ramo y así lograr un sostenimiento de la política pública educativa del país. Quiso devolver la alegría al campo con la reapertura de escuelas rurales. Tenía cronogramas para llevar a cabo todo esto, porque, como dice el refrán castellano: “No se rindió Zamora en una hora”.

El presidente Lenin lo cambió por Monserrat y le ofreció un caramelo de consuelo. Milton no lo aceptó. No es correísta. Entregó con responsabilidad el Ministerio a Creamer, “gran señora y poderosa madre”, titulada de la cabeza a los pies, ejecutiva. Ella continuará el proyecto de Milton y lo aterrizará.

Por fin, con Milton y Monserrat nos ha llegado la luz. Hay que convertir el ministerio-tortuga en liebre. ¡Rapidez!

Suplementos digitales