El mayor logro educativo de este Gobierno es haber llevado a más niños, niñas y adolescentes a las aulas de todos los niveles. Se señala que el esfuerzo combinado de varias políticas aplicadas desde el 2006 hasta el 2012 tiene como resultado que un 96% de personas han accedido a la educación básica.
Sin embargo, no todos los que van a las escuelas permanecen en ellas. Un buen porcentaje las abandona. Así, solo 6 de cada 10 estudiantes acaban sus estudios de bachillerato en la edad correspondiente.
Desde hace décadas el fenómeno permanente de abandono escolar se expresa en la acumulación de millones de jóvenes y adultos que no culminan sus estudios de primaria y secundaria.
Según la información del Sistema Integrado de Indicadores Sociales, Siise, en el 2006, 2 151 455 personas de 12 años y más no habían culminado sus estudios de primaria. De la misma manera 5 284 045 personas de más de 18 años no había culminado sus estudios de secundaria.
Recientemente, el Ministerio Coordinador de Desarrollo Social elaboró el estudio “Rezago Educativo en el Ecuador, Análisis 2003-2011”. En esta investigación se establece una metodología y una fórmula para calcular el rezago educativo, mediante la cual concluye que al 2011 había un acumulado de 5 719 314 personas de más de 15 años que no habían culminado sus estudios de 10 años de Educación General Básica, EGB.
En porcentajes esto significa que el 54,3% de los ecuatorianos y ecuatorianas de más de 15 años no tenía su EGB. Desde una perspectiva de género son 54% de los hombres y el 54,6% de las mujeres. En lo que respecta al tema étnico el problema más grave está en el grupo autodefinido como montubio: 80,7% no llega al EGB, le sigue el indígena con el 78%, más atrás están los afroecuatorianos con el 59,2%, los mestizos con el 50,8%, y el 46,2 % del grupo autoidentificado como blanco. En el área rural 77,9% de sus habitantes están con rezago educativo. En la zona urbana son un 42,9%.
Al sumar a este grupo a los analfabetos y a la población que no culminó el bachillerato se sobrepasa la cifra de los 7 millones de personas con una formación insuficiente. Frente a tal panorama viene a la mente el gran desafío del cambio de matriz productiva.
¿A las preguntas de qué ofertar, producir y comercializar? ¿Cómo producir? ¿A quién vender? y otras más, hay que sumar otra pregunta clave: ¿con quiénes vamos a mover la locomotora que impulse el desarrollo?, en otras palabras: ¿qué tipo de seres humanos, ciudadanos y ciudadanas, artesanos, profesionales de todas las ramas, artistas, dirigentes sociales y políticos requerimos para transformar la realidad? Entonces la mirada de la economía pasa a la educación que también debería preocuparse y atender a esas 7 millones de personas de más de 15 años que por ahora son una fuerza productiva a medio gas.