Esta vez el estilo de los más recientes análisis de la ONU, fue conmocionante sin duda alguna. Claro que no había escapatoria hacia el habitual tono frío, casi impersonal, aséptico y plagado de palabras técnicas, que se había vuelto ya una costumbre entre los documentos de la burocracia internacional.
Con cara de circunstancias, que no era para menos, los personeros del Fondo de las Naciones Unidas para la Población fueron revelando las conclusiones a las que han llegado sucesivamente, desde las de mayor amplitud y generalidad, hasta concentrarse en el sector y el continente donde hoy por hoy la crisis resulta ser más cruel y dolorosa, también la amenaza contra la paz mundial, y se registra la más descarnada ofensa colectiva contra las bases mismas de la humanidad.
En efecto dijeron, que hechos números, cálculos y revisadas tendencias estadísticas se descubre que el último día de este ya cercano mes de octubre, la población de los 193 países de la ONU rebasará su propia marca alcanzando a siete mil millones de habitantes.
Por cierto que este dinamismo demográfico no habrá sido el mismo en todas las regiones del superpoblado planeta. Los informantes puntualizaron que a su vez, los terrícolas volverán a superar la cifra de 8 mil millones de moradores apenas el año 2025.
Un caso que con razón ha llamado sobre todo la atención ha sido el de África, puesto que a lo largo de apenas –en ámbito global– la segunda mitad del siglo XX, la natalidad permitió pasar desde 230 millones hasta 811 millones, o sea que más que se triplicó.
El segundo informe ha sido todavía más dramático. Se ha referido específicamente a Somalia y se ha concretado a declarar oficialmente el “estado de hambruna”, lo que solo ocurre cuando la desnutrición entre los niños sobrepasa del 30% o cada día mueren de inanición dos personas entre grupos de 10 mil habitantes. Simultáneamente han reclamado una vigorosa, amplia y tangible labor de rescate de esta desventurada comunidad, que forma parte geográficamente, de los parajes conocidos como el “Cuerno de África”, agravada ahora por una sequía que calcina los campos occidentales africanos.
Y por si algo faltare, el tercer documento ha señalado que unos 720 000 niños enfrentan el riesgo inminente de morir como consecuencia de la aguda desnutrición y la mínima producción de alimentos en el mismo “Cuerno de África”.
Es urgente entonces llevar hacia allá masivas cantidades de alimentos, medicinas diversas y múltiples tratamientos médicos.
Mientras que el Ecuador se enzarza entre discusiones estériles y se abstiene de colaborar en la cruzada de elemental humanidad que debería recibir su aporte notable, solidario y que rebase de las solas palabras, encarnándose en acciones fundamentales.