El Mundial de Fútbol Brasil 2014 deja varias secuelas que debieran ser procesadas adecuadamente y de manera especial evaluar los procesos y no solo los resultados, que son consecuencia de aquellos. Unos países satisfechos por todo lo que han hecho y otros que justifican y encuentran pretextos en todas las actuaciones, en lugar de dar un paso al costado para oxigenar y permitir la renovación con nuevos protagonistas.
Unos países, Colombia y Costa Rica, que lograron triunfos y buenas presentaciones y por ello la necesidad de continuar esos procesos. Otros países que fracasaron y cuyos dirigentes y cuerpo técnico tuvieron la entereza y la decencia de renunciar de inmediato, sin buscar chivos expiatorios. Al menos 10 técnicos anunciaron su salida tras una campaña discreta en Brasil. Unos terceros países (Ecuador) en donde daría la impresión que no pasó nada, pese a ser eliminado en la primera ronda.
Los ejemplos de procesos exitosos son varios. Gran parte del trabajo se enfoca en las ligas menores y la formación de juveniles. Esto forma parte de una estructura que los equipos profesionales, salvo excepciones, no tienen porque se pasan más en la coyuntura, en la contratación de jugadores de Primera División y en cómo afrontar las deudas y los abultados déficits que crecen con la continuación de distorsiones, con sueldos exagerados y como consecuencia la ausencia del público de los estadios.
Hay que exigir cuentas claras del manejo económico antes y durante el Mundial, quiénes y cómo viajaron a Brasil, cómo gastaron, y no escudarse en la impunidad de la FIFA, cada vez más desprestigiada por sus altos niveles de corrupción. Este Mundial debe servir para cambiar de mentalidad, dejar el mal ejemplo de prepotencia y con humildad replantear los procesos a futuro.
Cuando se habla de trabajo en equipo no puede ser producto de uno o dos jugadores que brillan en el exterior. Colombia, Honduras, Costa Rica tienen más futbolistas en las ligas europeas, en donde se perfeccionan. También una buena lección y una autocrítica a la que estamos obligados a hacer el periodismo sobre el cumplimiento de un papel más profesional, con humildad y rigurosidad en los procesos informativos y de opinión. Hay programas, aunque no son todos, que aportan poco y hasta pisotean el idioma.
Este Mundial, de un buen nivel técnico y transmisión de primera, va a ser añorado hasta el próximo, en cuatro años, porque se vuelve los ojos a lo interno con los atropellos al ordenamiento jurídico y la inacción de organismos llamados a atender y pronunciarse, con base en la Constitución de garantías, derechos y justicia. Ese es el caso del trámite en la Asamblea del proyecto de Código Monetario y sus amenazas y la actuación de la Corte Constitucional, que atiende prioritariamente las demandas oficiales y demora las de ciudadanos y organizaciones sociales.