Bien se suele decir que no habrá cambios institucionales en una sociedad si primero no existen cambios personales y una transformación educativa profunda. Por allí empezaron pequeños países hasta contar con estándares e indicadores mundiales de desarrollo humano, educación, salud, seguridad, transparencia y honestidad; no impunidad y sanciones a los actos de corrupción; competitividad hasta ubicarse en los primeros lugares del planeta.
Grandes contrastes entre la responsabilidad de unos y la irresponsabilidad de otros se hicieron más evidentes en estos tiempos de fiestas de Navidad y de Año Nuevo y el largo feriado que reactivó al sector turístico. Estas fechas se empañan por la falta de educación de una parte de los ecuatorianos, que no demuestra buenas costumbres y con ello afectan al planeta y contaminan el ambiente.
Mientras los turistas disfrutaron de estas fechas (el ministerio del ramo estimó inicialmente la movilización de 527 mil viajeros a escala nacional) y llenaron las capacidades de los hoteles, especialmente en la costa y las playas, pero quedaron sucias y contaminadas. Ese es el caso de Esmeraldas, Atacames, Tonsupa y otras ciudades del litoral.
Si bien gran parte de la culpa tienen aquellos irresponsables que no aman al país, a sus ciudades y peor a los sitios turísticos que visitan temporalmente, también tienen su corresponsabilidad las autoridades seccionales que por la pésima gestión administrativa no son oportunos en sus labores luego de los festejos. Por ello existe gente consciente, aunque sea minoría, que ante la acumulación de la basura y la ausencia de recolectores municipales, se ve obligada a contratar vehículos particulares para hacer este trabajo. Igual contratar tanqueros ante la escasa provisión de agua potable, a pesar de contar con las tuberías y las reservas del líquido vital.
Unos municipios ni siquiera informan los horarios ni los días de paso de sus unidades, pero eso contrasta con otros concejos cantonales, bien organizados, que sí planifican y estructuran sus servicios a las comunidades, aunque no lo hayan hecho durante los días de fiesta.
A esta situación se suma el mal servicio de transporte público, que no cumple completo con los mandatos de la Ley de exigencias fundamentales como la habilitación de los cinturones y el usuario, sin cultura de seguridad, no reclama. Tampoco controlan las autoridades. Solo cuando se producen los accidentes se repara en la importancia de su utilidad. Hace poco se verificó que la unidad 38 (Trans Esmeraldas) no tenía habilitados por lo menos la mitad de los cinturones de seguridad. Gran parte de los usuarios no usa y por tanto no exige su funcionamiento ni tampoco los operadores de la unidad obligan a su utilización, como hacen las azafatas de los aviones.