Las buenas intenciones tienen que pasar a las acciones firmes e implacables, sin dubitaciones, que es el clamor ciudadano, si se quiere combatir con eficacia tanto acto de corrupción de la década del correismo, que mucho daño hizo al país, poner fin a la impunidad y recuperar ingentes recursos que se señala se llevaron.
La limpieza de las instituciones tiene que darse en todos los niveles, no solo directivo, tras una profunda evaluación de quienes trabajan para el correísmo y siguen en sus cargos; por ello incluso espían, denigran y contribuyen a lo que buscan: la desestabilización y el caos para que se entierren los casos de corrupción en los que están inmersos.
La nueva Fiscal General, mujer de carrera y trayectoria destacada, tiene grandes desafíos que ha asumido con valentía, pero debe ir más allá para rescatar a una institución fundamental en la lucha contra la corrupción, enfrentar a la delincuencia organizada, el narcotráfico y la trata de personas; descubrir y ofrecer respuestas oportunas frente a tanto desaparecido, entre otras tareas. Tiene que limpiar por completo a la institución para que rescate la confianza ciudadana.
Más de 900 casos de corrupción con indicios de responsabilidad penal entregados en la Fiscalía, entre ellos más de una docena contra el prófugo en Bélgica que se han dilatado tanto tiempo en las últimas administraciones. Concusión, peculado, cohecho, testaferrismo, lavado de activos, delincuencia organizada son acusaciones que no han sido resueltas. Tanto fiscal que debe responder por sus actuaciones y negligencias en innumerables casos de desaparecidos hace varios años, el 30 S, los asesinatos del general Gabela y los tres miembros de El Comercio, vuelos presidenciales a paraísos fiscales y a Venezuela y otros más. Es el momento de utilizar toda la fuerza moral para desmontar y destruir tanta corrupción que se apertrechó con tecnología de punta, presumiblemente comprada con dinero del Estado y mal habido.
Frente a las dificultades para avanzar en las tareas de investigación y formulación de cargos existen dos ejemplos que han dado resultados. En el Perú se declaró en emergencia a la Fiscalía, con numerosas destituciones, para enfrentar desafíos ante lo que se ha calificado como mafia, conformada por fiscales, jueces, políticos y empresarios.
En Colombia, en la época de los extraditables de los noventas, cubrimos de cerca la acción de un comandante de la Policía que para desbaratar a carteles de la droga y grupos criminales tuvo que armar un grupo de jóvenes, de absoluta confianza, preparados en EE.UU. (por fuera de los cuarteles de la institución que estaban muy contaminados), seleccionados en forma rigurosa, lo que implicó el sometimiento al polígrafo para medir tres cosas: corrupción, derechos humanos y drogas. Eso dio resultados exitosos.