En muchos países, el debate político sigue dominado por las migraciones. Y con razón: afecta a economías y sociedades de todo el mundo. Pero la opinión pública respecto de este tema crucial tiende a guiarse por las emociones más que por los hechos. Esto lleva a una falta de diálogo abierto y eficaz sobre los riesgos de las migraciones, o sus muchos beneficios.
Los líderes populistas, en particular, han sido prestos a manipular el debate sobre las migraciones apelando a cifras infladas y otras exageraciones groseras para atizar el temor popular. Esa retórica incendiaria perjudica directamente a los inmigrantes, incluso los que llevan mucho tiempo viviendo en sus países nuevos. En Reino Unido por el Brexit en junio y después de la votación, las denuncias de crímenes de odio contra inmigrantes crecieron 42% respecto del año anterior.
Pero el impacto del sentimiento xenófobo va mucho más allá de las fronteras nacionales. Si la prédica populista del miedo impulsa a los países a adoptar políticas proteccionistas y de exclusión, el efecto sobre la economía global (y sobre los medios de vida de millones de personas en el mundo) será desastroso.
Es hora de que los políticos racionales y los medios masivos reintroduzcan los hechos en el debate. Deben publicar las cifras reales de flujos migratorios, tanto los de entrada como los de salida. Deben explicar que muchos de los problemas por los que se acusa a los inmigrantes no son en realidad culpa suya. Y deben destacar los grandes aportes sociales y económicos que hacen los inmigrantes.
El voto por el Brexit obedeció a una imagen distorsionada (impulsada por tabloides y políticos populistas) de un país inundado de inmigrantes. La mayoría de las encuestas muestran que en casi todos los países, los residentes exageran la cantidad de inmigrantes. En algunos países de Europa del este, la gente cree que los inmigrantes musulmanes son hasta 70 veces más que en la realidad.
La verdad es que en proporción, la cantidad de personas que viven fuera de sus países de origen es casi la misma hace varias décadas: alrededor del 3% de los casi 7 500 millones de personas vivas. En los últimos cinco años, dejaron sus lugares de origen 36,5 millones (apenas el 0,5% de la población mundial).
Es un mito que todos los ciudadanos de países en desarrollo busquen trasladarse a sociedades ricas: la mayoría de los que deciden emigrar se quedan en su región de origen. Menos del 1% de los africanos se reubicaron en Europa. Las cifras migratorias mundiales incluyen gran cantidad de ciudadanos de países avanzados (4,9 millones de nacionales del RU). Inexactas son las afirmaciones de que los inmigrantes son una carga para los presupuestos nacionales. En el RU, los inmigrantes aportan más de lo que reciben en prestaciones.Muchos países avanzados necesitan inmigrantes.