Dice un proverbio judío que “con una mentira puede irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”. Esto es precisamente lo que está ocurriendo en el escenario político ecuatoriano de hoy en día. Por un lado, y hasta hace solo un mes atrás, el expresidente Correa decía que en su gobierno se logró superar la “tormenta perfecta”.
Esto, refiriéndose a la recuperación económica del país en tiempo record y sin la necesidad de los tradicionales e históricos paquetazos y a pese que nunca se presentaron cifras oficiales precisas y, por lo tanto, creíbles sobre su real situación.
De otra parte, el día martes 11 de julio, apenas un mes después de haberse posesionado, el Presidente Moreno declara que “la situación económica del Ecuador es sumamente difícil” y que “no hay tal mesa servida”, refiriéndose en ambos casos a las declaraciones de su copartidario y compañero expresidente. Por ello, debemos asumir que alguien o que todos mienten.
Pero como la mentira tiene patas cortas, el dilema sobre la real situación económica debería resolverse pronto si consideramos que ahora tenemos un presidente sincero, que actúa de buena fe o que, para curarse en sano, prefiere (ahora que le toca conducir el destino del país) decirnos la verdad.
Lamentablemente, los hechos superan a las palabras y, por lo tanto, sus acciones dejan una marcada tela de duda acerca del accionar mismo del nuevo gobierno y sobre el oportuno y necesario distanciamiento que debería establecer con respecto al gobierno anterior. El nombramiento de Patricio Rivera, ex Ministro de Finanzas del gobierno de Rafael Correa como Delegado ante el Comité de Deuda y Financiamiento o el de Diego Martinez, quien otrora fuera Ministro Coordinador de la Política Económica, como Representante a la Junta Reguladora Monetaria Financiera, entre otros, dejan mucho que pensar.
El Presidente Moreno también ha dicho que “se podía haber sido más mesurado en dejar las cuentas claras” refiriéndose al pobre e irresponsable manejo de las finanzas públicas.
Claro, lo dice ahora, pese a que varios analistas económicos y medios de la producción advertían meses atrás sobre la severidad de la crisis. Lo grave está en que mientras esto ocurría, Correa y su equipo desestimaba y ridiculizaba tal aseveración y el ahora Presidente Moreno callaba oportunamente.
Todo esto nos lleva a pensar que alguien miente o que todos mintieron y que utilizaron la mentira para ganar las elecciones y mantenerse en el poder. Ahora, la situación es diferente para quien tiene que resolver los excesos anteriores y por ello prefiere salir con la verdad; una verdad que solo será creíble en el momento en que las acciones superen al discurso y cuando los actores recuperen la credibilidad tan venida a menos en los últimos años.