Enrique Ossorio
Luego de décadas signadas por las crisis económicas y políticas, con gobiernos truncos y debacles financieras, el gobierno de Rafael Correa nació con la premisa de recuperar la patria para los ecuatorianos.
La revolución ciudadana -como se denomina el proyecto político en marcha en el país desde 2007- ha demostrado un interés profundo en la democratización de Ecuador, a través de distintas iniciativas (reflejadas en los referendos) que tuvieron como objetivo empoderar a la ciudadanía y darle voz a las mayorías, hacerlas partícipes.
La paradoja de la situación actual del país es que parece girar en torno a la tensión existente entre dos miedos: uno más visible y otro que se encuentra más oculto si observamos los acontecimientos de las últimas semanas.
“¿Quieren fuera a Correa? Consíganlo en las urnas”, manifestó el Mandatario ante miles de personas que se congregaron frente a la sede del Gobierno para respaldarlo. La misiva presidencial vuelve a dejar al descubierto la dificultad que ha tenido la sociedad ecuatoriana, según muestra su historia reciente, para resolver sus conflictos por la vía institucional. Aquí se pone de manifiesto, detrás del supuesto temor a la continuidad de un proyecto político instalado por algunos sectores, otro miedo latente que es el de retroceder en las transformaciones y en las conquistas de los últimos años.
Si bien el mensaje de Correa está dirigido a sus opositores, con su pedido de diálogo nacional, también está enviando un mensaje a todos los ecuatorianos. La participación ciudadana es saludable para la construcción democrática y con ese objetivo se deben sumar esfuerzos desde todos los sectores de la comunidad. Y no desde el miedo que algunos pretenden alentar sino desde un sentido propositivo, para no volver al pasado (que es el verdadero riesgo al que se enfrenta Ecuador).
Por lo pronto, el intento de la restauración conservadora ha logrado camuflarse en el accionar de gran parte de los grupos que apoyaron al movimiento Alianza País, que hoy encabezan los reclamos.
Si Correa se vuelve a presentar a elecciones, independientemente del resultado, la discusión pasará de ser sobre las enmiendas constitucionales a la capacidad de la oposición de generar alternativas, que es donde se tendría que situar el debate ahora. Los fantasmas crecen pero, al mismo tiempo, crecen las oportunidades de afianzar la vida democrática del país.
¿Será por ello que lejos de detener la marcha desde el correísmo salieron a la cancha con el nuevo eslogan La Patria va!? Desde una mirada puesta en un proyecto de largo plazo. Mirando al futuro y en movimiento.
Mientras tanto, ante las marchas y contramarchas, la mejor opción para el pueblo ecuatoriano, aprendiendo de su historia, parece ser la de perder definitivamente el miedo a elegir, y acudir a votar, para manifestar su voluntad en las urnas y no mediante la violencia que siempre es pan para pocos.