Los medios de comunicación de los estados o de la ciudades del interior de México trabajan en un virtual estado de indefensión y han sido los más golpeados por el asesinato de por lo menos ocho periodistas este año.
El último caso fue la ejecución de Hugo Olivera, corresponsal del diario La Voz de Michoacán y de la agencia de noticias Quadratín, y editor del periódico El Día.
Olivera, de 27 años, cubría notas policiales en la zona. En febrero denunció amenazas de policías federales y su oficina fue violentada para hurtar varias computadoras con información periodística.
“El patrón es de ataques a periodistas de medios locales. Se va contra una línea editorial. Lo que venimos diciendo es que se necesita algo para prevenir los asesinatos. El compañero había sido amenazado, de ahí parte todo, de la amenaza”, dijo Omar Rábago, coordinador de la campaña “Te hace daño no saber”.
Esta iniciativa es impulsada por la oficina mexicana de la organización británica artículo 19 y por el no gubernamental Centro Nacional de Comunicación Social para promover la libertad de expresión en este país norteamericano de 107 millones de habitantes. “Los medios locales son lo que investigan lo que está pasando in situ. Es un actor físico y visible.
Los problemas locales se reflejan en los medios locales”, analizó ante Armando Prida, presidente de la no gubernamental Fundación para la Libertad de Expresión.
Este año, al menos ocho periodistas han sido ultimados y uno se encuentra desaparecido desde abril: Ramón Ángeles Zalpa, corresponsal del periódico Cambio de Michoacán. En el 2009 fueron 13 los que perdieron la vida en estas circunstancias.
Desde el 2000, han sido asesinados 63 comunicadores y otros 10 están desaparecidos, según organizaciones de periodistas y de derechos humanos.
Estas estadísticas han convertido a México en el lugar más inseguro para la profesión en América Latina.
Este año se han contabilizado seis agresiones contra medios locales. Solo en junio hubo tres ataques contra los periódicos El Sol de la Laguna y Zócalo, y la repetidora de la cadena privada Televisa, todos en la ciudad de Torreón, en el estado de Coahuila, a unos 1 000 kilómetros al norte de la capital mexicana.
En México, los periodistas se han convertido en un blanco móvil por la pasividad de las autoridades y el agobio de parte de los poderes locales y las bandas del crimen organizado.
El Comité para la Protección de los Periodistas, basado en Nueva York, señaló que el crimen se inscribe en “una ola de violencia criminal que está restringiendo la cobertura de las noticias y crea un ambiente de intimidación que a su vez conduce a una autocensura generalizada”. Vamos a entrar en una vorágine que va a durar algunos años más”, previó Prida.
IPS