eecheverria@elcomercio.org
Estoy listo para viajar en el tren subterráneo, dijo mi amigo taxista, uno más de la base social compuesta por centenares de miles de ciudadanos cuya ocupación diaria es trabajar para supervivir. “Si no trabajo cada día, ni yo ni mi familia tendríamos para comer”, expresó.
Su entusiasmo se debía a la información de que el Gobierno autorizó a la Municipalidad de Quito que negocie un préstamo de 440 millones de dólares con alguna entidad crediticia, para completar el precio de la obra.Si hay la autorización -prosiguió mi amigo- los trabajos deben comenzar inmediatamente.
Así percibe e interpreta la gente común los hechos informativos, si no hay una explicación amplia y constante de los alcances de cada acto de los gobernantes.
El entusiasmo de mi amigo fue disminuyendo cuando se enteró que ante todo se debe contar con el dinero. El Gobierno ofreció el aporte de 750 millones, y no más; pero el coste de la obra es bastante superior. Con todo ese dinero, una vez que haya, podrán construir la vía subterránea, las estaciones y comprar los trenes.
Ni mi amigo ni el autor de esta nota somos contrarios a que se construya el Metro. Pero hay que considerar: ¿cuándo se conseguirá el préstamo de los casi 500 millones de dólares para completar el precio?
Los entusiastas de ayer calcularon el costo en 1 500 millones. Y, a fuerza de propaganda, nos hacían ver en la TV un hermoso tren de colores atractivos en pleno recorrido y los pasajeros pagando 40 centavos por pasaje.
El entendimiento inicial fue con una compañía constructora de Brasil, hoy inmiscuida en graves acusaciones de corrupción y con el dirigente mayor en la cárcel. ¿Esto contribuye a la confianza?
¿Serán suficientes los 1 940 millones o, en el curso de la construcción, aparecerán nuevos gastos y reclamarán “reajustes” del precio?
Supongamos que con “liderazgo” y todo, fiando dinero a las 11 000 vírgenes, se construye el Metro. Mi amigo transportista, que tiene taxi obtenido con crédito, concluye que del propio taxi debe salir la plata para pagar los mensuales de la deuda; de allí mismo, el mantenimiento y los gastos; y, finalmente, una ganancia para mantener a la familia. ¡Es decir del mismo cuero deben salir las correas!
¿Cuánto costará el pasaje real en el Metro: 40 centavos es un sueño? Los pasajeros no lo ocuparán, si el costo del pasaje supera el dólar por persona, teniendo en cuenta que hay transporte, aunque con incomodidades, por 25 centavos de dólar en los buses y en el Trole.
El Metro tendrá 13 estaciones para recibir y dejar pasajeros. ¿Cuántos empleados serán necesarios en cada estación? ¿Cuánto dinero será indispensable para pagar a los administradores, incluyendo gerentes?
No afinquemos la esperanza de que el Gobierno o el Municipio subsidien el precio del pasaje.
Vivir para ver y viajar en el Metro de Quito.