El jueves último arribaron a esta capital, procedentes del puerto Santander, España, los seis primeros vagones del tren subterráneo, el mayor proyecto de movilidad que se realiza en Quito y el primero de sus características en el país.
Con este motivo, el alcalde Mauricio Rodas y el gerente del metro, Mauricio Anderson, confirmaron que el avance total de los trabajos es de 75% y que entrará en servicio a finales del próximo año.
Si bien esta emblemática obra constituirá la columna vertebral del sistema de transporte público de Quito, no será la panacea para la solución de la congestión vehicular, uno de los más graves problemas que afronta esta ciudad, pero será un valioso aporte, que se sumará al trolebús, que opera con buenos resultados desde enero de 1996, durante la Alcaldía de Jamil Mahuad, y al tradicional sistema de buses de cooperativas, para aliviar en buena parte los conflictivos embotellamientos que se producen en muchas de las angostas calles de esta urbe, lo que también ocurre, en mayor o menor grado, en las capitales vecinas, Bogotá y Lima, y en muchas otras ciudades, lo que, desde luego, no justifica nuestro atávico mal.
El servicio del trolebús ha experimentado múltiples ampliaciones y mejoras a lo largo de su funcionamiento. Las más recientes, la incorporación de los biarticulados, con capacidad para 250 pasajeros cada uno y la renovación de las “paradas”, efectuadas por la actual Administración Municipal, han sido positivas.
Como se ha expresado en forma reiterada, complemento indispensable para remediar este rompecabezas es el mantenimiento de las vías existentes y la construcción de otras nuevas, lo cual deja mucho que desear.
Cada uno de los 18 trenes del metro tendrá seis furgones con espacio para 1.500 pasajeros y hará el recorrido de 22 kilómetros entre El Labrador y Quitumbe, en 34 minutos, según estiman los dirigentes del proyecto.
En caso de que, como se confía, dé buen resultado esta obra, pronto habrá que pensar en su prolongación hacia el norte y el sur de la ciudad, que experimenta un crecimiento apresurado y, según la Flacso, tiene ya 80 kilómetros de longitud y, según el INEC, dos millones y medio de habitantes.
El Municipio Metropolitano, en especial el Alcalde, han dedicado sus mayores esfuerzos para la ejecución de esta trascendental obra, para la cual ya se dispone de la financiación total necesaria y tendrá como una de sus ventajas la disminución de la contaminación del aire, por el empleo de electricidad en vez de combustibles, en cambio el costo del pasaje será algo mayor que el vigente.
Salvo un nuevo impedimento de última hora, bien puede decirse que está sobre rieles y ya es realidad el metro que construye la contratista española Acciona, luego de que fuera eliminada del consorcio la tristemente célebre Odebrecht.