Meta inalcanzable

Como muchos lo habían advertido, una vez conocidas las primeras estimaciones del desempeño económico del primer cuatrimestre del año, las metas fijadas por el gobierno en materia de crecimiento lucen bastante alejadas de lo que está sucediendo. Algunas explicaciones de lo ocurrido, surgidas de los propios funcionarios estatales, señalan como una de las causas la falta de inversión. Por las razones que fueren, la inversión pública no se ejecuta según lo programado por las autoridades y la privada por el desfavorable ambiente creado en los últimos años, no se asienta en suelo ecuatoriano a diferencia de lo que sucede en los países vecinos. En ese escenario la recuperación en el presente año será muy pobre, con efectos nocivos para la creación de empleo. Si bien probablemente capearemos los rezagos de la crisis, nada nuevo habrá para la mayoría de ecuatorianos que deberán continuar, no sabemos por qué tiempo, a la espera de mejorar y progresar.

Luego de más de tres años de gobierno, con los recursos obtenidos por los extraordinarios precios del petróleo, Ecuador debería estar a la cabeza de los países con altas tasas de crecimiento. Por circunstancias de dominio público, el país no termina de arrancar. Continuamos en la discusión teórica sobre el modelo a aplicar, pero los resultados nos revelan que el país se mueve con una pesada inercia que nos ha hecho perder tiempo para iniciar una auténtica transformación.

Mientras eso sucede al interior de nuestro territorio, la mayoría de países de la Región pretenden dar impulso a sus economías estableciendo programas que alienten la inversión, para así mejorar sus tasas de crecimiento. Debido a la difícil situación internacional les ha resultado complicado captar el interés de los inversionistas, en momentos en que lo que más escasea es el capital. No obstante, aunque modestamente, han crecido y se hallan desplegando campañas para hacer atractivos a sus países y desarrollar proyectos de relativa envergadura.

Han trazado su ruta, convencidos que sólo con la participación del sector privado podrán alcanzar el crecimiento económico de manera sostenida, única forma comprobada para lograr que los habitantes mejoren sus condiciones de vida y atiendan de mejor manera sus necesidades, a fin de alejarlos de la pobreza. Por acá se considera que la inversión estatal será la que permitirá obtener esos resultados. No aparece por ningún lado la voluntad para lograr consensos que permitan que estas visiones puedan confluir a la vez, sin desmedro una de otra. El resultado es el que tenemos a la mano. El país no avanza al ritmo que requieren sus urgencias y cada vez son más escasas las oportunidades para progresar. El futuro nos encontrará en el mismo sitio desde el cual somos incapaces de avanzar, quizás con el sabor agridulce de saber que dejamos escapar otra gran oportunidad.

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