Con ocasión de discusiones políticas, utilizan las palabras “falso” y “mentira” para restar valor a todo cuanto afirman los contrarios.
En cuanto a la comunicación -periodismo, TV, radiodifusión- desde el poder califican de “mentira” una buena parte de informaciones y opiniones.
Por ello, conviene analizar la psicología de los mentirosos; y lo hacemos a base del estudio y análisis del profesor de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona, Dr. Emilio Mira y López.
Los mentirosos son de dos clases: los simples y los perversos.
En su ‘Manual de Psicología Jurídica’, el Dr. Mira anota: “En la práctica estos tipos mitómanos pasan por ser personas de gran fantasía y escasa voluntad, que viven de ilusiones y son amigas de enredar. Lo que esencialmente las caracteriza, sin embargo, es su escasa capacidad de autocrítica reflexiva, en virtud de que su juicio de realidad se deja vencer fácilmente por las apariencias internas, proyectándolas en el plano de la realidad exterior”.
“El mentiroso rodea su mentira del mayor número posible de verdades para que pase inadvertida y solo miente de nuevo cuando se ve “cogido” o a punto de serlo; en cambio el confabulador, dejándose llevar por su corriente afectiva, lanza su confabulación envuelta en un cúmulo de inexactitudes, de fácil comprobación; solo le preocupa el efecto inmediato, la satisfacción directa de su deseo de poder, sin preocuparse de las consecuencias ulteriores. Y como no le guía una verdadera intención perversa, en cuanto se ve cercado por los hechos va batiéndose en retirada y contestando cada vez con mayor veracidad -al revés de lo que hace el auténtico mentiroso- que se defiende hasta el último instante y es capaz de negar con aplomo la evidencia contraria, si en ello ve una utilidad”.
“Lo que distingue a estos tipos de los “perversos” -que también crean enredos y situaciones falsas- es, precisamente, la puerilidad del armazón mitománico de los primeros, en oposición a la perfecta trabazón lógica con que los segundos preparan sus mentiras”.
“Todavía puede añadirse que los tipos mitománicos, confabuladores o seudológicos se encuentran en personalidades débiles (niños, viejos, débiles mentales, etc.), al paso que los perversos pueden hallarse en personalidades de gran nivel intelectual y conativo.
Con el Dr. Mira y López convengamos que …”todos, en efecto, confabulamos a diario e incluso mentimos -por algo se ha hablado de la “comedia de la vida”- pero esta tendencia confabulatoria que para nosotros es un “juego” se transforma en una “necesidad” y adquiere los caracteres de un “impulso” … inclusive en personas de gran nivel intelectual.
¿Incurren los periodistas en esta descripción científica? Califiquen lectores, televidentes y radioescuchas, igual que a los que tachan de mentirosos a quienes no son de su agrado.