Las cifras oficiales ya reflejan la realidad que vivió el país el año pasado: Ecuador decreció 1,5%. De 18 sectores económicos que se registran en el PIB, diez cerraron el 2016 con cifras en rojo, siendo la construcción, las actividades profesionales y el comercio los más afectados. En cambio, la refinación de petróleo, la acuicultura y pesca de camarón, y el suministro de energía tuvieron mejores logros.
En los datos que acompañan el balance se observa en el comportamiento de la inversión extranjera directa, que alcanzó los USD 744 millones. Esa cantidad representó una caída del 44%, en comparación con el 2015, cuando el monto llegó a USD 1 322 millones.
Otra de las particularidades del desempeño económico fue la caída en el consumo de los hogares a lo largo del año anterior, aunque se registró una recuperación en el último trimestre, impulsada en parte por el ingreso de recursos provenientes del endeudamiento público y el pago de cuentas pendientes desde el Gobierno. Sin embargo, el consumo tuvo un decrecimiento de 1,9%.
Como consecuencia de un menor consumo se redujeron las recaudaciones tributarias y eso se tradujo en menos ventas. Al haber una menor demanda, las empresas dejaron de contratar trabajadores, lo que evidenció un incremento del desempleo y medio millón más de personas se ubicaron en el segmento del subempleo, en un año.
Al final, todo ello repercutió en los balances de las empresas y por último, en función de los resultados (pérdidas y ganancias), poder asignar dividendos a los accionistas y/o entregar utilidades a los trabajadores.
El gran reto que se viene es revertir lo acontecido el 2016. El cambio de Gobierno será una oportunidad para impulsar el desarrollo del sector privado y promover la generación de empleo. Un aspecto vital será conocer los alcances del plan económico de la nueva administración, solo así se podrán tener certezas para elaborar una planeación estratégica. Lo negativo es que, por la incertidumbre política, ya se perdió un trimestre.